martes, 15 de febrero de 2011

Stefan Zweig: Nietzsche (La lucha contra el demonio)


En la obra de Stefan Zweig -La lucha contra el demonio- el autor hace un retrato de la psicología de Nietzsche y entre otras cosas dice:

“...La psicología de Nietzsche no proviene de su inteligencia dura y lúcida como el diamante, sino que es parte integrante de la hipersensibilidad característica de su cuerpo; el siente, husmea, ventea (Mi genio está en mi olfato) con espontaneidad de función física todo aquello que no es completamente sano en los negocios humanos e intelectuales. "Una lealtad extrema frente a todo el mundo" es, para él no sólo un dogma moral, sino condición primaria elemental, precisa, para su existencia. "Peligro cuando estoy en un medio impuro." La falta de luz, la suciedad moral le deprimen y le irritan del mismo modo que la pesadez de los alimentos mal condimentados le oprimen su estómago; su cuerpo reacciona ya antes que lo haga su espíritu. "Poseo una irritabilidad muy desagradable en el instinto de pureza, de modo que la percibo fisiológicamente en las entrañas de las almas, y hasta su proximidad." Todo lo que está adulterado por el moralismo, hiere desagradablemente su olfato y le hace ventear la mentira: el incienso de iglesia, la frase patriótica o cualquier otro narcótico de la conciencia. Tiene un olfato finísimo para todo lo que huele a podrido, a corrompido o a malsano, un olfato que descubre toda mezquindad intelectual; así, pues, la claridad, la pureza, la limpieza significan, para su intelecto, condiciones tan necesarias para su existencia como para su cuerpo es necesario el aire puro”.
..."Puede ser injusto, puede exagerar a veces, pero Nietzsche nunca cede una pulgada de la verdad, ni aun en medio del éxtasis. Por eso nadie fué nunca de tan grande disposición para la psicología como lo fué Nietzsche, nunca un espíritu estuvo tan bien constituido para actuar de barómetro del alma; NUNCA EL ESTUDIO DE LOS VALORES POSEYÓ UN APARATO DE PRECISIÓN TAN EXACTO, TAN SUBLIME, como lo fué Nietzsche.
Pero no basta a la psicología disponer de un escalpelo cortante, fino, exacto, no le basta tener un instrumento espiritual perfecto, necesita también que la mano del psicólogo sea de acero duro y templado, necesita una mano que no retroceda ni tiemble durante la operación, pues la psicología no queda lograda con el talento, sino que precisa también carácter, exige el valor de PENSAR TODO LO QUE SE SABE. En el caso que se pudiera llamar ideal, como es el de Nietzsche, es una facultad de conocer, junto a una fuerza de voluntad de querer saber, de querer conocer. El psicólogo de verdad debe querer ver allá donde puede ver, no debe desviar su pensamiento como consecuencia de indulgencia sentimental, de una timidez personal o de un temor innato, no debe adormecerse por escrúpulos o por sentimientos. Esos guardianes "cuyo deber es la vigilancia" no pueden tener espíritu de conciliación, ni magnanimidad, ni timidez, ni compasión, no pueden tener, en fin, ninguna debilidad o virtud de burgués o de hombre mediocre. No les está permitido a esos guerreros, a esos conquistadores del espíritu, el dejar escapar con indulgencia alguna verdad que han podido capturar en algunas de sus salidas a la descubierta.
En lo que se refiere al conocimiento, "la ceguedad no es solo error, sino cobardía" y la indulgencia es un crimen; pues aquel que tiene miedo o vergüenza de hacer daño, aquel que teme oír los gritos de los desenmascarados o retrocede ante la fealdad del desnudo, ése no ha de descubrir nunca el último secreto. Toda verdad que no alcance el punto más extremo posible, toda veracidad que no sea absoluta, no constituye nunca un valor absoluto.
De ahí viene la severidad de Nietzsche con aquellos que, por pereza o cobardía de pensamiento, descuidan el deber sagrado de la resolución, de ahí su cólera contra Kant por haber introducido en su sistema, por una puerta secreta, volviendo al mismo tiempo la mirada hacia otro lado, el concepto de la divinidad, de ahí su cólera contra aquellos que cierran o entornan los ojos en la filosofía, frente al diablo o el demonio de la oscuridad, y que echan un velo sobre la última verdad suprema. No hay verdades de gran estilo que surjan por adulación, no hay grandes secretos que puedan ser descubiertos por una charla llana y familiar, sólo es por fuerza, por violencia, por tenacidad cómo la naturaleza se deja arrancar sus secretos más preciosos, es gracias a la brutalidad cómo se puede hacer la afirmación, en una moral de gran estilo, de "la majestad y la atrocidad de las exigencias infinitas". Todo lo que esta oculto exige mano dura e intransigente, SIN RESOLUCIÓN NO HAY SINCERIDAD NI "CONCIENCIA DE ESPÍRITU." Donde desaparece mi sinceridad, quedo en las tinieblas, allí donde quiero saber, quiero también ser sincero, es decir: duro, severo, intransigente, cruel e inexorable."

Puede consultarse el capítulo sobre Nietzsche escrito por Zweig picando en el siguiente enlace