sábado, 9 de octubre de 2010

Psicología, banalidad y desverguenza


Wolfgang Giegerich, acertadamente, escribió:

“Así como los periodistas de la prensa amarilla exponen detalles de las vidas privadas de los famosos, así los psicólogos sacan "primeros planos" para desmenuzar y volver accesible directamente el significado de los cuentos de hadas o de los casos que discuten… Hoy tenemos una rama de la psicología que es sólo sobria, realista, "científica", chata; y tenemos mucha psicología que es (no realmente "inspirada" sino) inflada, emocional, llena de sentimentalismo y mistificaciones (pero no menos chata). Ambas son igualmente desvergonzadas. No importa si se somete un desvalido cuento de hadas inocente tras otro a interpretaciones triviales en términos de psicología personalista o se los explota para dar un aura elevada a historias más bien vulgares…
El descaro literal con el que hoy se espía y divulga la vida privada de la realeza y otras figuras públicas por parte del periodismo indiscreto e invasor, con el cual los individuos exponen en la televisión voluntariamente o por dinero los detalles de sus sentimientos y experiencias más íntimas, y se muestra la desnudez dentro y en las portadas de las revistas y el sexo en las películas, y el descaro literal manifiesto en la institución llamada
'reality show' - tal descaro literal puede interpretarse probablemente como el reflejo objetivo del descaro lógico de nuestra actitud psicológica general”

Giegerich también ha intentado mostrar la lógica por la cual las dos psicologías (la “científica” y la personalista, inflada y sentimental), a pesar de parecer opuestas aunque igualmente planas, en verdad se corresponden y se reclaman, al fundarse ambas sobre la escisión: realidad interior/realidad exterior, escisión que ambas dan por supuesta y que ninguna de las dos tematiza.