lunes, 16 de agosto de 2010

Negación dialéctica y refutación




Cuando la refutación es a fondo se deriva del mismo principio y se desarrolla a base de él, y no se monta desde fuera, mediante aseveraciones y ocurrencias contrapuestas. La refutación deberá ser, pues, en rigor, el desarrollo del mismo principio refutado, complementando sus deficiencias, pues de otro modo la refutación se equivocará acerca de sí misma y tendrá en cuenta solamente su acción negativa, sin cobrar conciencia del progreso que ella representa y de su resultado, atendiendo también al aspecto positivo. (Fenomenología del espíritu, G. W. F. Hegel.)

El principio siempre es frágil, pero refutar al principio, desde afuera, creyendo que así se desmonta el pensamiento, no es una verdadera refutación. Refutar ese origen, ese primer pensamiento tosco, es negarlo, y por lo tanto darle aún más forma y, en el fondo, es también desarrollarlo, porque negar es poner en movimiento aquello que se niega. Cuando la negación es externa, pretende tirar por la borda lo negado, pero una negación dialéctica, interna, es la que entiende lo que en ese principio se quiso decir y pone así en evidencia sus carencias, y por lo tanto estas carencias permiten que el principio se desarrolle. El pensamiento real, interior, nunca se sale de sí mismo. La refutación externa, que dice “ah, tiene fallos, lo tiro por la borda”, no ha comprendido el papel positivo de toda negación.

Toda negación contribuye al despliegue, y no hay despliegue sin negación, como no hay vida sin muerte, y si no muere entonces esa forma no se puede desarrollar. Refutar el principio es mostrar que aún no está desarrollado. Por eso la filosofía, según Hegel, no es sólo un sistema sino el conjunto de los pensamientos que han sido negados y por lo tanto desarrollados ulteriormente y con mayor profundidad en diversos sistemas. El sistema es, así, un sistema de sistemas. La historia del pensamiento es una continua transformación a base de negaciones, y las negaciones forman parte esencial -dialéctica- del proceso mismo. Esta es la vida lógica de la que tanto habla Giegerich. El pensamiento común cree que refutar es mirar para otro lado y decir que “como ya no sirve, lo tiro, lo doy por eliminado”. Pero lo que está mostrando Hegel es que una verdadera refutación es el desarrollo del mismo principio, la cual refutación, apareciendo como negativa, hace una obra positiva porque permite desarrollar lo que en el principio estaba en sí, implícito, sacándolo afuera y por lo tanto exteriorizándolo, y así promoviendo un desarrollo, un crecimiento, una explicitación, el volverse de en sí en para sí, reflexión y reflejo y autoconsciencia.

La refutación está contenida de modo implíicito en el principio mismo, sólo que el principio no lo sabe, y la refutación no hace más que exteriorizar, y por lo tanto desarrollar, lo que en el principio estaba contenido de modo inadvertido, inconscientemente. Así es como Hegel ve las cosas, y nos muestra que se pueden ver así cuando uno no piensa estáticamente, de modo puramente formal, sino que piensa dialécticamente.

La obra de un gran pensador incita a que otro pensador responda mostrando sus deficiencias, y esto permite que aquel pensamiento no muera, sino que se desarrolle, y así el pensamiento se irá moviendo, cobrando cuerpo, manifestando su riqueza que estaba contenida en sí, implícita, en el primer sistema, en el primer pensamiento. A través de todas las filosofías, dirá Hegel, sólo hay un pensamiento, que no le pertenece a nadie -aunque se exprese a tavés de éste o aquel pensador- y que es el mismo pensamiento el cual, a través de todos estos pensadores, se va desplegando a sí mismo. Por lo tanto, esto de pensar que un sistema tira por la borda o aniquila a otro es no ver que son partes necesarias de la lucha del espíritu por tomar su propia forma, manifestación de lo que Hegel llamó "la labor (el parto, el esfuerzo, el dar a luz) del concepto". Lo verdadero es el todo. Lo verdadero no está ni en el principio, ni en el desarrollo, sino que está en todo (en el camino y en la meta a la que se llega, la cual incluye el camino como su propio desarrollo), y cada parte sólo tiene sentido como parte del todo. Pero abstraída, tomada aisladamente, la parte está muerta, está en formol, está conservada y etiquetada para los tele-adictos del pensamiento, está para los consumidores de cultura, está para los turistas de la filosofía, pero no está presente el espíritu, sino como la cáscara muerta -pues la serpiente abandonó la piel y ahora está en otra parte. Platón sigue vivo pero bajo otra forma. Ese Platón que reproduces literalmente y que crees que abstraído es realmente el pensamiento de Platón, en realidad es la piel muerta de una serpiente que ahora tiene otra piel, pero que no tendría la piel que ahora tiene de no haber pasado por ahí.

De ahí que Heidegger escriba:

Nunca será posible superar a un pensador refutándolo y amontonando en torno a él una literatura refutatoria. Lo pensado por un pensador solamente puede superarse reduciendo lo impensado de su pensamiento a una verdad esencial. (¿Qué significa pensar? Martin Heidegger.)