jueves, 26 de agosto de 2010

La proposición especulativa y la cosa del pensar


Por Enrique Eskenazi


Transcripción por Alejandro Bica de un fragmento del curso Hegel y la Psico-Logía. Una lectura psico-lógica de la fenomenología del espíritu.



Dialéctica viene de diálogo. Un logos, que es un enunciado, ha de generar otro. Un enunciado especulativo no es el rejunte de frases pegadas como hace el pensamiento común, que cree decir cuando sólo reúne información, añade retazos de aquí y de allí y los cose. No. Un enunciado, si se lo desarrolla, contiene su propio otro en su interior, y así, al desplegarlo, surge otro enunciado. No como un añadido, sino como la explicitación y el desplieguee del primero. Pero al explicitarlo entra en conflicto con el anterior, y ese conflicto hace emerger así un nuevo enunciado que, en su propio desarrollo ya contienerecordados (Erinnert, interiorizados) a los anteriores.


Un enunciado especulativo no es simplemente una frase, sino el desarrollo de varios enunciados de un pensamiento que se autodespliega progresivamente; mientras que los enunciados comunes se dan por acabados, son frases que se van acumulando sin desplegar ningún concepto, ninguna noción, carecen de vida lógica precisamente porque son un rejunte de información. Ahí no está la verdad, pero ni siquiera la falsedad: ahí no hay nada de nada. Es como los periódicos, que sirven al día siguiente como papel para encender la chimenea, porque pasado su momento no tienen nada que permanezca, no contienen ninguna idea. La información no es en absoluto pensamiento, y menos aún pensamiento especulativo.


De ahí que Hegel escriba: “La exposición deberá, ateniéndose fielmente a la penetración en la naturaleza de lo especulativo, mantener la forma dialéctica y no incluir en ella nada que no haya sido concebido ni sea concepto”. (Fenomenología del espíritu)


Otra vez volvemos a la famosa frase de Jung, retomada sistemáticamente por Giegerich: “Por encima de todo, no permitáis que nada del exterior que no le pertenece se entrometa, pues la imagen de la fantasía tiene ‘todo lo que necesita’ dentro suyo”. (CW 14, II § 404)


En el enunciado especulativo no se trata de sumar y pegotear, sino de que se despliegue lo que en él mismo ya está contenido, que se despliegue su propia vida lógica; en cambio el enunciado común no es más que información muerta que se presenta como acabada. En el enunciado especulativo nada ha venido de fuera, todo lo que ha entrado se ha derivado de su propio concepto.


Esto es pensar. Pensar no es simplemente comerse el coco, hacer abstracciones, o hacer fórmulas o aplicar esquemas. Pensar es amar tanto a la cosa misma como para seguirla en su desarrollo, seguirla en sus contradicciones, atenerse de tal modo al tema que no haga falta que nada venga desde fuera del tema. ¿Pero quién tiene esa atención hoy, cuando vivimos en una época de “trastornos de atención" colectivos, donde si no te entretienes tienes que cambiar a otro canal, donde la publicidad cada vez más salvaje tiene que emocionar mucho (proporcionar "subidones") para mantener la atención: más violencia, más música, más efectos, más espectáculo- porque sino la atención disminuye, tanto que si no se la cautiva con efectos añadididos se revelaría la vaciedad del contenido? Justamente porque no hay atención al tema, como diría Heidegger: "no pensamos todavía", vivimos en un mundo de contenidos muertos y vacíos que sólo "avivan" y resultan excitantes por una cantidad de grandes trucos y técnicas que puedan cautivar la atención. Y ese no-pensamiento en forma de clip musical está invadiéndolo todo -la literatura, la prensa, el cine, etc.-, un síntoma de lo que está pasando: la huida colectiva ante el pensamiento.


Hegel reconoce que sin atención no hay nada. Sin poner amorosamente la atención en lo que sea, no hay absolutamente nada. ¿Pero quién pone la atención, si lo usual es saltar como una langosta de aquí para allá sin detenerse en ningún tema? La vida está hecha de interrupciones continuas, y las aceptamos implacablemente en nuestra existencia como si la interrupción ya no fuera una interrupción, sino más bien como si la interrupción fuera la verdad, cuando de hecho es manifestación de huida de un mundo donde pueda haber verdad; es la instalación en un mundo absolutamente desprovisto de verdad: pura virtualidad. Esto ya lo ve Hegel mucho antes de que existiera de hecho el ciberespacio y la publicidad y la industria del espectáculo y los demás fenómenos de la sociedad mediática. Hegel sustenta y propone, en cambio, un pensamiento que resista todo esto, y con ello también está expresando un estilo de estar en el mundo que ya no es el nuestro. Aunque el hecho de que ustedes puedan entender lo que dice Hegel hace pensar que, a pesar de todo el ruido y el espectáculo, hay algo aún en el ser humano que puede saber la diferencia, que aunque no pueda mantenerse fiel a ella, sí que puede reconocer la diferencia, e incluso puede sostenerla. ¿Pero permanecerá eso o desaparecerá? ¿Qué pasará cuando ya no se recuerde la diferencia?


viernes, 20 de agosto de 2010

Hegel y la psicología, hoy


Apuntes tomados por Ale Bica, alumno del curso “Hegel y la Psicología”, que tuvo lugar de abril a finales de julio de 2010, y en el cual leí y comenté el Prólogo a la Fenomenología del Espíritu, de Hegel. A lo largo del curso se planteó la diferencia entre el pensamiento representativo e imaginativo y el pensamiento dialéctico, la importancia de la negación,y de la negación absoluta: el proceso lógico de sublación o superación, la experiencia de la conciencia y su auto-reconocimiento como espíritu (logos, Mercurius), estableciendo comparaciones con la psicología profunda y, en especial, con el pensamiento de Wolfgang Giegerich.

Puedes leer los apuntes picando aquí

lunes, 16 de agosto de 2010

Negación dialéctica y refutación




Cuando la refutación es a fondo se deriva del mismo principio y se desarrolla a base de él, y no se monta desde fuera, mediante aseveraciones y ocurrencias contrapuestas. La refutación deberá ser, pues, en rigor, el desarrollo del mismo principio refutado, complementando sus deficiencias, pues de otro modo la refutación se equivocará acerca de sí misma y tendrá en cuenta solamente su acción negativa, sin cobrar conciencia del progreso que ella representa y de su resultado, atendiendo también al aspecto positivo. (Fenomenología del espíritu, G. W. F. Hegel.)

El principio siempre es frágil, pero refutar al principio, desde afuera, creyendo que así se desmonta el pensamiento, no es una verdadera refutación. Refutar ese origen, ese primer pensamiento tosco, es negarlo, y por lo tanto darle aún más forma y, en el fondo, es también desarrollarlo, porque negar es poner en movimiento aquello que se niega. Cuando la negación es externa, pretende tirar por la borda lo negado, pero una negación dialéctica, interna, es la que entiende lo que en ese principio se quiso decir y pone así en evidencia sus carencias, y por lo tanto estas carencias permiten que el principio se desarrolle. El pensamiento real, interior, nunca se sale de sí mismo. La refutación externa, que dice “ah, tiene fallos, lo tiro por la borda”, no ha comprendido el papel positivo de toda negación.

Toda negación contribuye al despliegue, y no hay despliegue sin negación, como no hay vida sin muerte, y si no muere entonces esa forma no se puede desarrollar. Refutar el principio es mostrar que aún no está desarrollado. Por eso la filosofía, según Hegel, no es sólo un sistema sino el conjunto de los pensamientos que han sido negados y por lo tanto desarrollados ulteriormente y con mayor profundidad en diversos sistemas. El sistema es, así, un sistema de sistemas. La historia del pensamiento es una continua transformación a base de negaciones, y las negaciones forman parte esencial -dialéctica- del proceso mismo. Esta es la vida lógica de la que tanto habla Giegerich. El pensamiento común cree que refutar es mirar para otro lado y decir que “como ya no sirve, lo tiro, lo doy por eliminado”. Pero lo que está mostrando Hegel es que una verdadera refutación es el desarrollo del mismo principio, la cual refutación, apareciendo como negativa, hace una obra positiva porque permite desarrollar lo que en el principio estaba en sí, implícito, sacándolo afuera y por lo tanto exteriorizándolo, y así promoviendo un desarrollo, un crecimiento, una explicitación, el volverse de en sí en para sí, reflexión y reflejo y autoconsciencia.

La refutación está contenida de modo implíicito en el principio mismo, sólo que el principio no lo sabe, y la refutación no hace más que exteriorizar, y por lo tanto desarrollar, lo que en el principio estaba contenido de modo inadvertido, inconscientemente. Así es como Hegel ve las cosas, y nos muestra que se pueden ver así cuando uno no piensa estáticamente, de modo puramente formal, sino que piensa dialécticamente.

La obra de un gran pensador incita a que otro pensador responda mostrando sus deficiencias, y esto permite que aquel pensamiento no muera, sino que se desarrolle, y así el pensamiento se irá moviendo, cobrando cuerpo, manifestando su riqueza que estaba contenida en sí, implícita, en el primer sistema, en el primer pensamiento. A través de todas las filosofías, dirá Hegel, sólo hay un pensamiento, que no le pertenece a nadie -aunque se exprese a tavés de éste o aquel pensador- y que es el mismo pensamiento el cual, a través de todos estos pensadores, se va desplegando a sí mismo. Por lo tanto, esto de pensar que un sistema tira por la borda o aniquila a otro es no ver que son partes necesarias de la lucha del espíritu por tomar su propia forma, manifestación de lo que Hegel llamó "la labor (el parto, el esfuerzo, el dar a luz) del concepto". Lo verdadero es el todo. Lo verdadero no está ni en el principio, ni en el desarrollo, sino que está en todo (en el camino y en la meta a la que se llega, la cual incluye el camino como su propio desarrollo), y cada parte sólo tiene sentido como parte del todo. Pero abstraída, tomada aisladamente, la parte está muerta, está en formol, está conservada y etiquetada para los tele-adictos del pensamiento, está para los consumidores de cultura, está para los turistas de la filosofía, pero no está presente el espíritu, sino como la cáscara muerta -pues la serpiente abandonó la piel y ahora está en otra parte. Platón sigue vivo pero bajo otra forma. Ese Platón que reproduces literalmente y que crees que abstraído es realmente el pensamiento de Platón, en realidad es la piel muerta de una serpiente que ahora tiene otra piel, pero que no tendría la piel que ahora tiene de no haber pasado por ahí.

De ahí que Heidegger escriba:

Nunca será posible superar a un pensador refutándolo y amontonando en torno a él una literatura refutatoria. Lo pensado por un pensador solamente puede superarse reduciendo lo impensado de su pensamiento a una verdad esencial. (¿Qué significa pensar? Martin Heidegger.)


domingo, 15 de agosto de 2010

Reflexiones sobre el alma


He aquí una clase del curso “Reflexiones sobre el alma”, la clase correspondiente al 21 de mayo de 2008, en la cual se trataron temas como la psicología imaginal de Hillman, el alma no como sustancia sino como negatividad, la psicología de Wolfgang Giegerich: la importancia de pensar y de las ideas, no como imágenes sino como "conceptos" que "se hacen" al ser concebidos. El alma "se hace", no "es". El alma no es un objeto sino un discurso que sólo es en la medida en que se discurre.
La sustancialización del “alma” inevitablemente recae en la positividad, y por tanto en el positivismo, por mucho que se reniegue de él.
Puede escucharse la clase picando aquí.

lunes, 9 de agosto de 2010

Giegerich: Dialéctica y negación

Esta es una actualización de una entrada en mi blog personal, del 16 de julio de 2009.


No hace mucho tiempo un amigo psiquiatra que vive fuera de España me consultó por correo electrónico acerca de dos puntos del pensamiento de Giegerich que le resultaban oscuros: el tema de la negación, y la cuestión de la dialéctica. Publico a continuación parte de mi respuesta a su pregunta, porque probablemente ayude a otros a penetrar en la lógica de una psicología tan audaz como profunda:

“Reconocerás que es más fácil preguntar que responder; y además, como suelo decirles a mis estudiantes, el hecho de poder formular una pregunta no implica que se esté preparado para recibir una respuesta. Esto proviene de algún cuento zen, pero es muy razonable.


No creo que para entender a Giegerich (es decir, a su pensamiento) haya que entender a Corbin sino más bien, y principalmente, hay que conocer bastante a fondo la obra de Hillman (y ésta sí implica leer algo de Corbin) y más aún la de Jung. Fuera de la tradición analítica, también es conveniente conocer el pensamiento de Hegel.


La preparación para recibir respuestas, cuando se trata de un pensamiento tan transparente y, sin embargo, tan arduo, como el de Giegerich, consiste ante todo en la disponibilidad a renunciar a los propios dogmas y convicciones y estar abierto a un real deseo de conocimiento (y no de confirmación de lo que de antemano uno piensa o siente o quiere o defiende).


Por lo que toca a tus preguntas, vamos por parte. Primero la pregunta respecto a lo "negativo".

Negatividad significa en Giegerich lo opuesto a positividad o positivismo o a "hecho positivo" (= hecho empírico, verificable, certificable, real-ahí-afuera es decir: afuera-del-mundo-puramente-lógico, hecho al que puede uno referirse con enunciados "ónticos" o que se pueden señalar con el índice: esta casa, este sentimiento, esta situación, esta persona, esta neurona, este conjunto de neuronas, esta familia, etc. etc. Lo psíquico -este sentimiento, esta emoción, esta reacción, etc.- está tan "fuera" de lo lógico y es tan "positivo" como lo físico.)

Lo "positivo" es lo existente como ente y por tanto percibible y/o sometible a experimentación científica. Lo positivo tiene así caracter "sustancial"

Lo negativo es justamente lo que no existe como ente ni como sustancia (pero no por ello deja de ser real) y por tanto no puede ser directamente verificable, sometible a prueba de laboratorio o apuntable con el índice del sentido común como si fuera una cosa determinada o un conjunto de cosas determinadas)

Giegerich escribe: "Por lo que respecta a positivo y negativo, acaso la idea siguiente pueda poner a la gente en el camino adecuado. En contraste con los seres vivientes o los organismos, es decir, plantas, animales, gente, que tienen una existencia positiva, la "vida" no tiene una existencia positiva; no es una entidad, no es una cosa. No se puede verla ni tocarla ni demostrarla. Existe sólo EN los seres vivos, pero no es idéntica con ellos, porque estos seres pueden morir, es decir, perder su vida. Es (lógicamente) absoluto-negativa: absolutamente negativa, por que no es SIMPLEMENTE nada (antes bien, es una realidad poderosa, sólo que no "positiva"). Se tiene que tener cuidado con no "positivizar" lo que es lógicamente negativo"

Supongo que ese texto te ayudará.


Lo positivo trata así sólo con asuntos de hechos y experiencia (experimentación) y no con lo especulativo y lo teórico. Hechos y experimentos pueden ser explorados por las ciencias positivas. La calificación de "lógico", empero, como en "lógicamente positivo" (o "lógicamente negativo") añade una idea adicional: que las diferentes dimensiones de la realidad se aprehenden diferentemente, y constituyen formas diferentes de verdad, que de este modo son "lógicamente" diferentes.


Otro ejemplo: hablar de lo interior como "lo opuesto" (lo "otro") de lo exterior, es una negación "relativa" (relativa justamente a ese otro). Por ejemplo, el "interior" de esta casa estaría así "contenido" por su exterior. Ese interior es relativo a (y dependiente de, y además en el mismo plano que) lo exterior. Efectivamente, ambos son concebido "espacialmente" y en mutua relación. Y se convierten el uno en otro, como en una tiza: si veo la tiza desde fuera, entonces tiene un dentro. Pero si la parto para ver el "dentro", este dentro se ha vuelto "fuera". Si estoy "dentro" de la casa, entonces su afuera es la calle. Pero si estoy "en" la calle, entonces su "afuera" es dentro de la casa, etc. En cambio si hablo de una interioridad que no tiene exterioridad alguna, como cuando hablo de ir "más adentro" del argumento, entrar más a fondo en las razones, entonces esta interioridad (lógica) no es la interioridad de ninguna exterioridad (espacial) y es una interioridad absoluta. La noción de "absoluto" en este caso proviene de "absuelto de toda relatividad". Así, se puede "negar" la noción de exterior y llegar a un interior, que es relativo a ese exterior y está en el mismo plano. Pero si se niega esta negación (se niega todo el plano de la relatividad interior/exterior) se llega a una interioridad "absoluta", absuelta de tener su otro (su exterior) fuera de sí. Esta "negación de la negación" es lo que Hegel llama aufhebung, que puede traducirse como "superación" o "rebasamiento" y que Giegerich traduce como sublación.


Segundo tema: la dialéctica.

Dialéctica proviene de dia-logos, y tiene que ver con logos =enunciado, razón, verdad. Ya Platón hablaba de la dialéctica de las Ideas y del filósofo como el dialéctico: el que opera con ideas.

Hegel habló de la dialéctica como un movimiento "lógico" (nunca físico, mecánico, exterior, nunca entre "entes" o cosas, es decir, nunca "positivo" sino puramente negativo) por el cual toda tesis (toda afirmación, toda enunciación, toda pretensión de verdad, por ejemplo una filosofía) contiene interiormente su "negación", no en el sentido de ser meramente su inversión, sino que la afirmación contiene, sin saberlo, lo que aún "no" ha pensado, y cuando esto se explicita (porque previamente estaba implícito e inadvertido), la posición se niega (ojo, no se deja de lado, sino que se cancela pero también se conserva como momento fundamental del proceso) y surge otra filosofía que negando a la anterior, la contiene como aquello a lo que está respondiendo en un nivel distinto, más complejo. Otro caso de "aufhebung" o de "sublación". Es muy semejante a un proceso alquímico donde el estadio anterior de la materia es superado porque el material cambia a una forma más sutil, distinta, que preserva lo esencial pero ya no en la forma o status del anterior: el perfume de la rosa “abstraído” en forma de unas pocas gotas de aceite "esencial" ya no es la rosa, y sin embargo contiene su aroma esencializado: esencia de rosa. De ahí que Giegerich vea en la alquimia un pensamiento dialéctico hegeliano avant la lettre. Sublación, superación, es algo semejante a la sublimación alquímica (no a la freudiana, ojo, que sin embargo también arrancia de la expresión alquímica), y a mayor "abs-tracción" (=sacar fuera de) como complejidad, procesamiento, sutilización. La esencia de rosas ha sido, en este sentido, "abstraída" de las rosas concretas.


La dialéctica es "pensamiento que se mueve", que se desarrolla por sí mismo, que contiene su propia dinámica -y no que sea movido desde fuera por un sujeto, lo cual sería forzado y no espontáneo, exterior y no interior al enunciado mismo, a la cuestión misma. Esto sería "retórica" y no "lógica", "representación" y no "especulación", en última instancia una forma de pensamiento que re-presenta (IMAGINA, reproduce, capta exteriormente y espacialmente) y no pensamiento que PIENSA, que penetra lógicamente hasta -y es penetrado por- la dinámica misma de la cuestión. El pensamiento dialéctico consiste así en ir (con el entendimiento) "dentro de ", al interior (lógico) de la cosa en cuestión, entrar en su dinámica lógica. Es pura interioridad (interioridad absoluta). La dialéctica por tanto tiene mucho que ver con "hacer consciente" y entrar lógicamente DENTRO del asunto en cuestión. Esto tiene que ver con la definición que da Giegerich de la psicología como "disciplina de la interioridad". Si no se entra DENTRO (no espacialmente, por supuesto, porque el dentro "espacial" es relativo al fuera: no es lógico, es positivo) no hay pensamiento dialéctico ni tampoco psicología.


La noción de "conflicto" o "crisis", que es choque exterior, oposición de fuerzas, no tiene NADA de dialéctico y sí mucho de mecánico y de positividad. Es choque desde "fuera", como el choque entre dos coches. En cambio la noción importante en la dialéctica es la de NEGACIÓN, que es una noción "lógica" y no física. No se puede "negar" un coche, un relámpago, una silla, un hecho natural, etc. Sólo se puede negar alguna "afirmación" es decir: lo que existe en el ámbito del logos, de la mente, de la razón: un enunciado, que aspira a la verdad, que tiene pretensión de verdad, una idea, una hipótesis, una afirmación, una doctrina, un documento del alma, etc. La negación es por tanto una operación lógica, muy parecida a los procesos "alquímicos" (calcinatio, dissolutio, mortificatio, etc.) que operan sobre la materia prima (el punto de partida, la posición en cuestión) permitiendo que ésta asuma formas más sutiles y complejas, dejando atrás (negando, cancelando pero a la vez preservando) sus estadios previos.



La idea Junguiana de tensión polar, o incluso de choque, entre opuestos está inspirada por la física, la electrónica. Giegerich dice que es "un pensamiento naturalista, positivista. También el punto de vista de Jung es el de un observador EXTERNO: los dos opuestos son concebidos desde afuera como hechos positivos, como dos cosas o fuerzas físicas. Su interacción dinámica y su resultado, la solución (la "resolución del conflicto"), se conciben por tanto como un ACONTECIMIENTO fáctico, irracional, algo que simplemente pasa de un modo u otro. Jung no intenta entrar dentro del proceso y verlo desde dentro en su consistencia interior (en su consistencia lógica, claro, que no es ni irracional ni azarosa). La imaginación física, externa, se pone más claramente en evidencia cuando Jung imagina la experiencia de los opuestos como si el sujeto estuviese entre un yunque y un martillo, o el desgarramiento en direcciones opuestas.

El pensamiento dialéctico de HEGEL, en oposición, procede desde el punto de vista de la interioridad. La "posición" original no es una cosa ni afín a una cosa, sino lingüística, una proposición, una tesis, una idea, es decir, es visto desde el inicio como algo noético (del nous: intelecto, conocimiento), como perteneciente a la mente. Y el proceso continúa también lingüística y racionalmente mediante negación o contraDICCIÓN y conduce a una consecuencia lógica INHERENTE (no a un acontecimiento irracional como el resultado de un conflicto entre fuerzas naturales). Usando como imagen el hecho de que los libros pueden usarse para dos tipos de objetivos fundamentalmente diferentes, es decir: o bien para apretar el papal con cola, o como apoyo bajo una mesa o silla para estabilizarlas, como un arma para arrojar a la cabeza de alguien, etc., o para LEER, en otras palabras, O BIEN como objeto muerto O BIEN como una puerta al mundo mental, la idea de Jung de la confrontación de los opuestos puede compararse con el choque de dos libros cerrados, mientras que el procedimiento dialéctico opera con un libro abierto, es decir, con las ideas que son su contenido, ideas que evocan consecuentemente una contradicción, y así origina un nuevo libro como respuesta, y así sucesivamente" (Dialectics & Analytycal Psychology, pp.7 y ss.)


Todo esto, por supuesto, está incluido en mi curso actual sobre Giegerich, que puede escucharse on-line, creo que lo explico en las primeras clases, digamos la cuarta o la quinta.


Espero haberte sido de ayuda

Enrique”

domingo, 1 de agosto de 2010

¿Cómo puede ser?


¿Cómo puede ser que un escritor como Punset tenga tantos seguidores? Puede ser, en tanto que es expresión de “la lógica imperante en nuestra era”. Y así es que muchísimas personas comulgan con enunciados tan superficiales y tan ideológicos, (para sólo citar algunas “perlas”), como:


“El alma está en el cerebro”


En este enunciado, aparentemente simple, pervive el dualismo cartesiano entre res cogitans (alma, psyche, consciencia, mente) y res extensa (materia, physis, organismo, cuerpo). Los intentos históricos por "resolverlo" han abarcado tanto la negación de un lado (por ejemplo: la negación de lo físico y lo material como ilusorio o como "epifenómeno" de lo anímico) o del otro (la negación de lo mental, de lo psíquico como ilusorio o como "epifenómeno" de lo físico/orgánico), o los intentos por ver su "interconexión". Punset, en su enunciado, apoya la reducción de lo anímico a lo orgánico, aunque sin embargo mantiene ambiguamente la tensión, al hablar aún de "el alma". "El alma está en el cerebro" podría leerse como "no hay alma, sino cerebro", ya que si el alma se define como "inextenso" sería absurdo tratar de averiguar "adónde " (en qué espacio físico) está lo inespacial.

Naturalmente, ante los problemas abiertos por el dualismo cartesiano caben otras opciones más sofisticadas (y por tanto menos "populares"), como el cuestionamento del planteo básico que hace posible tal dualismo, cosa que puede encontrarse por ejemplo en Kant o, con mayor profundidad, en Hegel, por no mencionar las más audaces y originales respuestas de la psicología moderna tal como se expresa en el pensamiento de James Hillman o de Wolfgang Giegerich. Pero Hillman o Giegerich se inscriben en esa perspectiva que afirma que "el alma" no es un hecho ni una suma de hechos y "no existe" (no es biología, no es química, no es física, no es sociología, no es política, etc.) para una perspectiva positivista y/o literal.



“Ahora podemos descubrir cómo funciona un cerebro locamente enamorado”


La expresión "cerebro enamorado" es sintácticamente incorrecta: una persona puede enamorarse, sin duda. Pero ¿un cerebro, un riñón o un fémur? Cuando el lenguaje corriente se usa más allá de sus límites, se producen estos sinsentidos: "mi cerebro está enamorado de tu cerebro", en lugar de "estoy enamorado de tí", o "mi cerebro desea tu cerebro" en lugar de "te deseo". Al menos es gracioso, cuando no francamente ridículo. Pero al margen de estos errores sintácticos, es muy claro que el interés de Punset y su enfoque sólo apuntan a "cómo funciona" (funcionalismo, instrumentalismo) y no tanto a "qué significa" -es decir: qué ES- el enamoramiento, por ejemplo. Tratar de comprender cómo funciona algo no es lo mismo que averiguar qué sea algo, sino que más bien lo da ya por supuesto, por sabido. Presuposición enormemente peligrosa e ideológica.



“Willis afirmaba que la memoria, la capacidad de aprendizaje y las emociones eran en realidad producto de los “átomos” del cerebro, de la química. Nadie había pensado eso antes. Claro, hoy en día todos pensamos así, lo damos por sentado”


Ciertamente, hoy no todos pensamos así. La retórica de Punset recuerda inevitablemente la huída ante el pensamiento y "el último de los hombres", tal como lo describe Nietzsche en su “Así hablaba Zaratustra”: “La tierra se ha vuelto pequeña entonces, y sobre ella da saltos el último hombre, que todo lo empequeñece. Su estirpe es indestructible, como el pulgón; el último hombre es el que más tiempo vive. “Nosotros hemos inventado la felicidad” - dicen los últimos hombres, y parpadean. Enfermar y desconfiar considéranlo pecaminoso: la gente camina con cuidado. ¡Un tonto es quien sigue tropezando con piedras o con hombres! Un poco de veneno de vez en cuando: eso produce sueños agradables. Y mucho veneno al final, para tener un morir agradable..“En otro tiempo todo el mundo desvariaba” - dicen los más sutiles, y parpadean. Hoy la gente es inteligente y sabe todo lo que ha ocurrido: así no acaba nunca de burlarse. La gente continúa discutiendo, mas pronto se reconcilia - de lo contrario, ello estropea el estómago. La gente tiene su pequeño placer para el día y su pequeño placer para la noche: pero honra la salud. “Nosotros hemos inventado la felicidad” - dicen los últimos hombres, y parpadean.” (El subrayado es mío)



“el cerebro es física y química, pero las consecuencias de esos procesos físico-químicos son las ideas´


Con esta afirmación Punset, el pionero del “progreso”, no hace sino repetir enunciados típicos del materialismo iluminista del siglo XVIII (Cabanis: “El pensamiento es una secreción del cerebro”) y del siglo XIX (Moleschott o Vogt: “El cerebro segrega pensamientos como el hígado la bilis y los riñones la orina”). Ya Feuerbach (también materialista, si bien más sutil) objetaba en pleno siglo XIX que, si bien el cerebro interviene en la formación de ideas, no puede servir de base para explicar la diferencia entre unas ideas y otras y, sobre todo, respecto a la verdad o falsedad de las ideas. De ahí que la conciencia sea irreductible a explicaciones meramente funcionales.



“en el cerebro, el amor y el odio se parecen mucho. De hecho, si se analizan los ciclos cardiacos de una persona, no se puede apreciar la diferencia entre si una persona acaba de matar a otra o ha tenido un orgasmo”



Esta quizás sea la mejor prueba de que el “análisis de los ciclos cardíacos” -como cualquier otro enfoque cuantitativo- no puede dar cuenta de algocualitativamente tan diferente como un asesinato o un orgasmo. Pero claro, esto se omite alegremente. Como se omite que “el alma” pueda vincularse con la cualidad y no con la cantidad: lo importante no es cómo se produjo un sueño, sino “el contenido” de ese sueño. La cadidad, algo inapreciable cuantitativamente ni positivamente que, como bien escribe Giegerich, escapa “al campo de concentración (actualmente sublimado) de un pensamiento en términos de control, que rige sobre toda la lógica de nuestra era. Pero ésto es precisamente lo que nos exige el enfoque junguiano en la terapia: encontrar a cada persona, y de hecho a cada momento, en su singularidad; en otras palabras, fuera de ese campo de concentración: soltarnos -sin redes lógicas de seguridad- en la frescura y novedad de cada momento presente y en la subjetividad atómica de nosotros mismos- a fin de descubrir en ello, sólo en ello, nuestra verdadera humanidad universal”.


“ La belleza es la ausencia de dolor de la misma manera que la felicidad es la ausencia del miedo. Somos lo que somos, en gran parte, porque la belleza es un predictor excelso de la salud, nos da la medida de cómo estamos”


La reducción de la belleza y la felicidad a experiencias subjetivas (como ausencia de dolor o ausencia de miedo) muestra hasta qué punto lo esencialmente cualitativo es reducido a mecanismos mensurables. Pocos artistas y poquísimos estudiosos de la ética estarán de acuerdo con estas simplificaciones aplanadoras, propias del utilitarismo más primario. Que la belleza sea equiparada a un analgésico (ausencia de dolor) y la felicidad a un tranquilizante (ausencia de miedo) , son síntomas característicos del proceso de control e instrumentación de una psicología que se ha vuelta “ciencia natural”, es decir que traiciona a su propio nombre: psique como alma y logos como comprensión.


Increíble pero cierto: la superficialidad y el positivismo rampante de estas afirmaciones típicas de Punset son aceptados sin más ni más como expresiones de “sabiduría”. Esta es “la noche y la tormenta” en la cual unos pocos protegen esa “pequeña luz” que aún subsiste vacilantemente: la profundidad de una psicología “con alma” como algo totalmente ajeno a la cuantificación de hechos y su manipulación, instrumentación y control. No hay que olvidar que la lógica de nuestro tiempo se realiza a través de los cuatro valores fundamentales (presentes todos en el horizonte de Punset): información (sustituyendo al conocimiento), eficiencia técnica, espectáculo (sensaciones, intensas experiencias emocionales, incluyendo "subidones") y ganancia rápida. Como dice Giegerich en "La Vida Lógica del Alma": son los cuatros modos por medio de los cuales se realiza el proyecto supremo de nuestro tiempo, el de establecer una existencia absolutamente libre de toda verdad = Ciberespacio")