jueves, 4 de septiembre de 2008

La huida al inconsciente


Acabo de traducir y publicar, con el amable permiso del autor, el artículo de W. Giegerich, “La Huida al Inconsciente. Un análisis psicológico del proyecto de psicología de C. G. Jung”.

En este artículo Giegerich analiza las importantes implicaciones de un fragmento del libro de Jung “Recuerdos, sueños, pensamientos” en el que el gran psicólogo suizo, recordando la época de su traumática separación de Sigmund Freud, escribió:

“Aproximadamente en este tiempo experimenté un momento de inusual claridad en el que pude ver el camino que había hecho hasta entonces. Pensé: "Ahora posees una llave para la mitología y estás en posición de abrir todas las puertas de la psique humana inconsciente". Pero entonces algo susurró dentro mío: "¿Por qué abrir todas las puertas?" Y prontamente surgió la cuestión de qué había logrado yo, después de todo. Había explicado los mitos de pueblos del pasado; había escrito un libro acerca del héroe, acerca del mito en el que hombre siempre había vivido. "Pero ¿en qué mito vive el hombre hoy?"- "En el mito cristiano", podría ser la respuesta. "¿Vives tú en él?" preguntó algo en mí. "Para ser honesto, la respuesta es no! No es el mito en el que vivo" -"¿Entonces ya no tenemos ningún mito?" -"No, evidentemente ya no tenemos ningún mito". -"¿Pero entonces cuál es tu mito? ¿El mito en el que vives?" En este punto las cosas se pusieron incómodas, y dejé de pensar. Había alcanzado un límite”

Giegerich muestra cómo en este fragmento se establecen las bases del proyecto psicológico de Jung, en el cual se advierte ya “el cambio de Jung del mito como fenómeno social a un mito del individuo privado. Originalmente Jung había preguntado por el mito en el cual vive el hombre , o nosotros. Después de que este mito ha sido declarado como inexistente hoy, se preocupa sólo por su propio mito privado. El Jung posterior sabía que el mito, esto es, el mito real en tanto que fenómeno histórico, "es preeminentemente un fenómeno social; está narrado por muchos y es escuchado por muchos" (de la carta al pastor Tanner, 12 feb. 1959). Nuestro texto rechaza definitivamente este mito y a la vez establece la idea de un mito personal. Se rechaza, junto con toda la tradición del pasado, el sentido de la esfera pública como lugar del significado y del individuo como parte integral de un pueblo o comunidad, y en su lugar ahora el foco está exclusivamente sobre el individuo atómico. Es obvio que este giro existencialista fue esencial para la emergencia de una psicología tal como Jung la desarrolló”

Es decir, este giro resultó esencial, en un tiempo determinado por el primado del empirismo científico y la actitud positivista de desconfianza para con todo lo que no se justifique mediante la observación de “hechos”, a fin “rescatar” la dimensión anímica como realidad imaginal y, a la vez, intentar esquivar toda sospecha de especulación metafísica, transformándo la psique en “hecho observable” y poder así adoptar la posición de un "observador neutral”. Naturalmente, el coste de este “rescate” fue la renuncia a toda capacidad especulativa, teórica, intelectual: el sacrificium intellectus -dejar de pensar- a fin de salvaguardar la observación del “hecho psíquico” transformado ahora en un “hecho natural”. Como dice Wolfgang Giegerich:

Nuestro texto concluye con la afirmación “En este punto las cosas se pusieron incómodas y dejé de pensar. Había alcanzado un límite”. Ahora Jung había llegado adonde la pregunta susurrada desde el comienzo quería ponerlo: “¿Por qué abrir todas las puertas?”. El límite cierra la puerta a un pensamiento implacable que podría recorrer todo el camino. Ahora era claro que el mito u origen puro que Jung buscaba tenía que encontrarse en este lado del límite, en tanto que el límite de Jung no era un Rubicón a ser cruzado, ni un tabú a ser roto por un iniciado. A lo largo de su vida Jung respetó "la barrera a lo largo del mundo mental" y condenó con vehemencia a aquellos que creyó que habían ido más allá de ella. El límite obligó a Jung a invertir la dirección normal de la exploración, no yendo ya más hacia adelante, sino hacia atrás: introspección en lugar de pensar sin limitaciones
¿Qué era este límite? Nuestro texto nos deja saberlo. Consistía en parar de pensar. El límite es la imagen objetificada en la cual se congela la actitud subjetiva de contenerse de pensar. Al comienzo de la terapia, cuando un paciente buscaba su ayuda, a Jung le gustaba decir que él tampoco conocía la respuesta al problema del paciente y sugería que no se pensara sobre ello, sino que en su lugar se observaran los sueños del paciente. Este movimiento exhibe en un nivel de conducta literal lo que también era el principio constitutivo de la estructura lógica de la psicología del inconsciente: un sacrificium intellectus.

(…) El ego trascendental, el único que posiblemente habría estado a la altura de los contenidos metafísicos sustanciales del "mito", y por tanto el único destinatario real de ellos, era expulsado y extraditado más allá del límite que nunca se debía trasgredir. En verdad, el límite es la división entre los egos empírico y trascendental. Lo que volvió fundamentalmente inconsciente al inconsciente fue verse desprovisto de un destinatario adecuado en la conciencia.

(…) a fin de recuperar este "mito" esterilizado desde dentro del individuo, la mente tenía que dormirse, tanto literalmente, a fin de obtener sueños, como figurativamente, declarándose incompetente en todos los asuntos esenciales. En los asuntos esenciales, uno tenía que aguardar revelaciones del inconsciente.

(…) el sacrificio del intelecto, como el límite y la disociación determinan la estructura de la psicología desarrollada por Jung.

(…) La conciencia del psicólogo tenía que ser inocente. Se prohibía tomar cualquier responsabilidad intelectual por las imágenes del inconsciente.

(…) El inconsciente en tanto que esta naturaleza virginal se volvió de este modo el lugar exclusivo de creatividad y conocimiento. Mi inconsciente es creativo, mis sueños saben, no yo. Y sólo hasta el punto de que yo como conciencia me vuelva ciego (me contenga de pensar creativamente por mi cuenta), puedo participar de su conocimiento y creatividad.
Vemos que hay una disociación fundamental subyacente a la psicología del inconsciente: la escisión de la totalidad del "hombre completo" (totus homo) como viviente unidad consciente-inconsciente, activo-pasivo, creativo-receptivo, empírico-trascendental de consciencia. Ahora la conciencia ya no es más en sí la unidad de sí misma y su otro. Su momento de inconsciencia ha sido extraído y positivizado u ontologizado como lo inconsciente.

(…) Los contenidos del inconsciente son en sí mismo unidades de conocimiento y significado, pero un conocimiento en la forma de hechos naturales, no en la forma de saber, y se ha empaquetado seguramente un significado en el sinsentido de los "hechos": ideas, imágenes, símbolos que vienen como "naturaleza". Los "arquetipos" son finalmente conocimiento tradicional enlatado, significados embotellados, visiones que en sí mismas son ciegas. La noción del inconsciente como un todo es la noción del espíritu Mercurius, pero sólo embotellado, puesto entre paréntesis, encapsulado.

(…) ¿Pero no era la coniunctio un tema favorito de Jung? Hay que darse cuenta de que la coniunctio era precisamente sólo un tema o motivo que él estudio. Semánticamente, la coniunctio es una de las ideas y metas más prominentes para Jung. Pero la sintaxis de su teoría contradice su propia semántica. Como tema de una "psicología del inconsciente", la coniunctio tenía que embotellarse, tenía que ser nada más que una coniunctio in vitro, un motivo en un texto, una experiencia en un sueño. Pero no se le permitía escapar de la botella e impregnar la estructura de la teoría o la conciencia misma del observador. Si eso hubiera ocurrido, "lo inconsciente" habría desaparecido inmediatamente y la conciencia hubiera tenido que comenzar a pensar nuevamente todo bajo su responsabilidad, como la unidad de consciente-inconsciente que es.

(…) Sólo por la puerta trasera, es decir como contenidos semánticos y dentro de la botella, podía Jung tolerar visiones tan esenciales como: la naturaleza transpersonal del alma; la psique como estando alrededor nuestro; la teoría psicológica como producto ella misma de la actividad de fantasía del alma, etc. Se permitía retornar al ego trascendental reprimido sólo proyectándolo en lo inconsciente, como "el Sí Mismo". Pero a ninguna de estas intuiciones se les permitió salir de la botella y tener algún efecto en la estructura lógica de la psicología. Dentro de la botella se podían abrir todas las puertas- siempre que la botella misma permaneciera cerrada.

(…) el establecimiento de lo inconsciente como naturaleza requería que el lugar del conocimiento esencial se transplantara a la personalidad, en su realidad casi biológica. Tenía que "embotellarse" en la persona empírica. Se necesitaba la idea de la "personalidad" porque lo inconsciente no podía meramente definirse intelectualmente en tanto que pura naturaleza, tenía que demostrarse que existía como naturaleza, estar efectivamente arraigado en la persona naturalmente existente, como su interior; o, puesto del otro modo, la personalidad tenía que establecerse como la "botella" existente que contenía el espíritu dentro suyo. Si esta reubicación había de ser real, era necesario un proceso empírico, natural en la persona: exigía un auto-sacrificio.

Puede leerse el artículo íntegro, picando aquí