domingo, 27 de enero de 2008

La vida lógica del alma

Acabo de traducir el Prefacio a la obra de Wolfgang Giegerich, “La Vida Lógica del Alma. Hacia una Noción Rigurosa de Psicología”, que puede leerse picando aquí

En este Prefacio, entre otras cosas, Giegerich escribe:

“Hay una antigua saga islandesa acerca de un joven que era muy remolón. Su madre no podía soportar ésto e intentaba estimularlo con observaciones punzantes. Finalmente tuvo éxito. El joven se levantó de detrás de la estufa adonde se había sentado y, tomando su lanza, abandonó la casa. Fuera, arrojó su lanza lo más lejos que pudo y luego corrió hasta el lugar adonde había caído a fin de recuperarla. En este nuevo punto, nuevamente arrojó la lanza hacia adelante lo más lejos posible, y luego la siguió, y así sucesivamente. De este modo, con estas "proyecciones" literales a las que tenía que alcanzar, se abrió camino para sí desde el confort del hogar hacia el mundo exterior. Al escribir este libro sigo el procedimiento del joven …

Nuestro tiempo en la historia y los problemas increíbles que enfrentamos son tales que no podemos permitirnos no avanzar hacia la intuición de que la naturaleza más íntima del alma es lógica (es pensamiento) y no avanzar hacia una noción rigurosa de psicología. Como C. G. Jung dijo, el verdadero problema de ahora en adelante hasta un oscuro futuro será psicológico, un enunciado que sólo tiene sentido si la psicología es comprendida como una adecuada disciplina del pensamiento, y si se vence la ilusión de que su tema efectivo debiera no ser más que lo pasa dentro de la gente. … Si la psicología ha de abandonar los límites acogedores de su hogar presente y salir y alcanzar el mundo real del alma, probablemente no hay otro modo salvo trabajar con tales "proyecciones" (proyectos) literales.

Para el joven de la saga, las cosas fueron simples. Era un remolón y tuvo que salir al mundo. El punto de partida y la meta, el hogar y el mundo, estaban contrapuestos sin ambigüedad. La psicología está en una situación mucho más complicada. Ciertamente, he llamado a la psicología una remolona, también. Pero es una remolona precisamente porque no ha vuelto a su propio hogar. Prefiere permanecer en el exilio, sintiéndose verdaderamente en casa en esa misma alienación de sí misma. Empero, esto no significa que su tarea sería simplemente un movimiento en la dirección opuesta, desde el mundo ahí afuera hacia su hogar. La psicología es esa extraña disciplina que, como remolona que es, tiene que salir al mundo y entrar en contacto con la realidad de la vida, pero para quien la misma salida tiene que tener la forma de una interiorización incondicional en sí misma, y para quien esta interiorización tiene que equivaler a un movimiento con todas las de la ley hacia la realidad de la vida, y no ser meramente una retirada hacia una interioridad literal. La psicología tiene que vivir con y dentro de estas contradicciones. Son su dilema y su distinción, y hallar un camino será la tarea del siguiente discurso…

De entre todos los psicólogos importantes de este siglo y de las diversas escuelas psicológicas, tiene que ser Jung más o menos exclusivamente la base y el punto de partida para nuestra búsqueda de una noción rigurosa de psicología. Lo que continúa en los siguientes tres capítulos es una apreciación crítica de la importancia primero de Jung, luego del movimiento junguiano convencional y finalmente de la psicología arquetipal para lograr una noción estricta de psicología. Resultará que estos tres estadios mencionados no pueden pensarse en términos de un ascenso linear desde una base a través de un estadio intermedio hasta una cumbre. En su lugar, el estado de cosas en el movimiento junguiano convencional parece ser una regresión mucho más atrás de los logros de Jung, mientras que la psicología arquetipal es nuevamente un gran avance, pero que necesita no obstante una crítica radical (con respecto a su sesgo imaginal). Para llegar a un concepto riguroso de psicología tenemos que ir más allá de lo imaginal. ”