sábado, 16 de junio de 2007

Avicena y el relato del pájaro

El alma ha sido frecuentemente imaginada como un pájaro. Baste recordar el adagio de Ficino: el hombre es aquel pájaro que cree arrastrarse porque ve su sombra deslizarse sobre las superficies.

Como dice Corbin en "Avicena y el relato visionario": “El pájaro está todavía al nivel de un símbolo, de Imagen por la que el alma se medita y se presiente a sí misma. Pero la visualización puede llegar a ser tan intensa y el alma puede transformarse tan íntegramente en visión, que el símbolo se desvanece en el brillo de la transparencia; es entonces su propia Imagen, su Sí mismo, lo que el alma capta de repente no ya bajo una especie simbólica, sino como visión directa e inmediata”.

Dentro de la comprensión neoplatónica, el hombre ha olvidado su origen (lo Original) y se ha acostumbrado a su prisión (la caverna platónica, la jaula del pájaro). De allí una tradición de relatos que convocan a la libertad esencial. Avicena, en su relato, escribe: “acabamos por olvidar a qué degradación había llegado nuestra situación, perdimos la conciencia de nuestras cadenas y de la angostura de nuestra cárcel y nos abandonamos a la inoperancia”, y a continuación describe los diversas etapas del "retorno" al origen.

Puedes leer este hermoso relato aquí