domingo, 29 de abril de 2007

Mary Watkins: Sobre el retorno al alma del mundo

“Lo que en ocasiones la psicología profunda había mantenido firmemente apartado del mundo ahora aparecía mezclado con él, apuntando a un sujeto interdependiente, fundido con la cultura, la naturaleza y lo material. Ahora la psique se estaba liberando de nuevo hacia el mundo, donde siempre había residido en tiempos antiguos. A través de mi práctica clínica y mi auto reflexión vi cómo las ideas y los arreglos culturales nos predisponen a tipos particulares de sufrimiento psicológico. Lo que se experimenta más íntimamente sobre uno mismo refleja la colectividad cultural en la que se está enraizado.
Tal como era -y aún es- mi inclinación, me preocupaba por las implicaciones que este cambio en el trabajo arquetipal tenía para la praxis. ¿No indicaba eso que también el trabajo psicológico debe situarse en un trabajo cultural y ecológico? Y en ese caso ¿no sería además verdad que el trabajo comunitario, cultural, ecológico es asimismo psicológico? Desde ese tiempo he estado preocupada por las consiguientes cuestiones de la praxis. ¿Cómo ha de moverse un terapeuta dentro del entorno clínico entre lo personal y lo cultural, nutriendo una consciencia de la interpenetración de sujeto, comunidad y cosmos? Además ¿cómo un psicólogo arquetipal ha de entrar en la brega del trabajo cultural y ecológico? ¿Cómo podría traducir una sensibilidad psicológica profunda en este terreno diferente? ¿Qué nuevas perspectivas podría ofrecer al trabajo cultural y ecológico un enfoque arquetipal?”

En el artículo que he traducido y publicado en la web del Centro, Mary Watkins indica diversos ejemplos de la "psicología arquetipal" como ocupación con el alma del mundo, tanto en el entorno urbanístico y ecológico como en el trabajo en prisiones, escuelas y comunidades vecinales o religiosas. Su artículo, homenaje a James Hillman, hace una síntesis de esta visión liberadora del alma a la vez que muestra caminos por los cuales el movimiento arquetipal sale de la consulta y de la dimensión personal para encontrarse con el mundo más allá de barreras convencionales como "natural/cultural"

jueves, 19 de abril de 2007

Entrevista a Wolfgang Giegerich

He publicado en la web del Centro la entrevista que Marcus Quintaes hizo al gran psicólogo Wolfgang Giegerich, cuyo pensamiento aspira a ir "más allá" de la psicología arquetipal de Hillman.
En esta entrevista Giegerich declara, entre otras cosas:

La cuestión es entrar en los fenómenos que se muestran, en su interioridad, en lugar de sustituir una supuesta profundidad por su superficie. En nuestro movimiento hacia el alma de los fenómenos, debe “salvarse” el fenómeno tal como aparece originalmente. La profundidad debe ser la propia profundidad del fenómeno aparente.
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Ahora incluso nos estamos moviendo psicológicamente más allá de la individuación. Ya no la integridad, sino más bien diseminación, multiplicidad, ambigüedad, diferencia y différance parecieran ser las nuevas necesidades.
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El así llamado inconsciente es siempre la propia inconsciencia de la consciencia
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Hay un pensamiento en marcha dentro de lo que puede aparecer como acontecimiento natural. Por ejemplo, oculto dentro de un impulso o dentro del estallido de una emoción, hay un pensamiento que provoca este impulso o emoción y que es su corazón y su alma, pero por alguna razón no puede aparecer en su forma pura de idea, sino que se viste en la forma ocluída de “impulso” o “emoción” (o, en otros casos, “imagen”, etc.)
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Puedes leer la entrevista entera picando aquí

martes, 10 de abril de 2007

James Hillman: Justicia, Belleza y Destino

como fundamentos para una Psicología Ecológica.
Así se llama el artículo de James Hillman que he traducido y publicado en la web del Centro, en el que, entre otras, cosas puede leerse:

Un gran consenso de seres, sin tomar en cuenta su capacidad deliberativa y sus habilidades lingüísticas, sienten en diversos grados y estilos que este planeta, su hogar y el hogar de sus antepasados desde el comienzo, está ahora tan severamente amenazado que su viabilidad, y por tanto la de ellos, podría no durar otro siglo.
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Limitada a una ciencia del sujeto individual personalizado, la psicología tal como se la concibió y practicó se ha colocado fuera del “dilema planetario”. Aislada por el espejo autoreflejante de su visión del mundo, la psicología es bastante irrelevante para la angustia que afecta al gran consenso. E incluso esa angustia y esos dilemas se internalizan en “problemas” psicológicos personales a ser resueltos aparte de su fuente en un mundo feo, injusto e insano.
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Claramente debemos comenzar de nuevo. Necesitamos principios que comiencen no en la mente humana sino que sean dados a la mente con el mundo. Necesitamos imaginar una psicología ecológica que tome su punto de partida no sólo en los intereses humanos, sino en los intereses del planeta y los intereses de sus seres, a los que nosotros, los humanos, servimos con nuestras capacidades mentales. Esto es, no excavamos en nuestra filosofía, nuestra ciencia o nuestra teología en busca de principios, ni nos volvemos tan sólo a nuestra experiencia humana, sino que podemos intentar formular los principios que ya operan en el cosmos, fundando así el valor de todos los participantes.
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A menos que se construya un sentido de destino en los fundamentos de la psicología, esta se vuelve esencialmente anémica, careciendo de poesies, esa fuerza imaginativa para ocuparse con la desesperación, la soledad a la deriva y el pánico que la psicología está llamada a encontrar. Sin una idea de Destino, la psicología le falla a su propio destino.
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La tarea de la psicología es reconstruir su aprendizaje y sus terapias sobre estos principios primordiales, a fin de que el grande y ancho mundo y sus seres nunca puedan quedar fuera de su alcance. Porque la Justicia, la Belleza y el Destino no son meramente humanistas, religiosos, científicos o regionales, admiten muchos modos de implementación, y sin embargo trascienden toda implementación con una aspiración ideal de valor trascendental, inspirando el arte, la dignidad y el cuidado respetuoso, e incitando a una perdurable rectificación de la fealdad, de lo errado y de los caminos perdidos. Porque precisamente la fealdad, el error y la falta de compromiso son las causas principales de un planeta sufriente, esa bola azul envuelta en un remolino, tan frágil, flotando en un mar de estrellas.

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En este artículo Hillman hace notables reflexiones sobre el sentido de Justicia y el sentido de Belleza, así como una profunda crítica a la psicología subjetivista y personalista, que se funda en la escisión cartesiana entre alma humanizada y sin cuerpo vs. mundo material inerte e inconsciente.

Por lo que toca a la relación entre belleza y justicia, recomiendo la lectura de una entrevista a Eduardo Galeano, el escritor y rebelde intelectual que también aparece en otros videos ofrecidos en este mismo blog y en mi blog personal

lunes, 9 de abril de 2007

Pensar: albergar ideas (por David L. Miller)

Esta es una selección y traducción a mi cargo del artículo de David L. Miller publicado en Spring 54 (1993):

A lo largo de los años he intentado aliarme con James Hillman, Ed Casey, Robert Sardello, Wolfgang Giegerich, Paul Kugler y otros, en una mafia de la mente, convocando una terapia de las ideas (en los dos sentidos de la frase); no sólo en el sentido de que pensar es terapéutico; eso también, pero además en el sentido en que Hillman insistía en su “Reimaginar la psicología” ya en 1972, o sea, que “la terapia tiene una trabajo importante que hacer con las ideas, como lo tiene con los síntomas y los sentimientos”. Necesitamos también una terapia de la mente. ¿No llamó Freud a la terapia Nacherziehung, re-educación o después-de-la-educación, es decir, post-educación? Y Jung en su artículo no publicado para la Unesco dijo que más que terapeutas, lo que necesitamos son maestros.

La razón para ésto debiera haber sido sentida por todos nosotros. Jung lo puso de esta manera hace mucho tiempo: “Es verdad que las... ideas nunca son propiedad personal de su así llamado autor; por el contrario, la persona es el siervo de las ideas... La persona no hace las ideas; podríamos decir que las ideas de una persona hacen a la persona” (Obras Completas IV, 769). Las ideas no están en nosotros; nosotros estamos en las ideas. “Siempre estamos en el abrazo de una idea”, escribió Hillman en “Reimaginar la psicología”. Las ideas son autónomas, tienen su propia vida, y nosotros, pensadores todos, sabiéndolo o sin saberlo e inadvertidamente, caminamos entre ellas, como en una nube de desconocimiento. El desconocimiento es peligroso... Las ideas pueden ser peligrosas para la salud del alma y la política del cuerpo. Padecemos las ideas, individual y colectivamente.

Las ideas son como los gases inertes. No son aire cálido, pero son cruciales para la vida, y tan difíciles de cribar, de volver evidentes, aunque se combinen con otros aspectos de la vida, haciendo posible la vida; parecen ajenos, ocultos, nuevos e inactivos, cuando de hecho están tan cerca de nosotros como nuestras yugulares, antiguos como las colinas, y hacen activo nuestro mismo ser.

“Albergar ideas”, como dice Hillman, no es más fácil que descubrir los gases inertes y nobles y raros. La terapia de las ideas es afín al prístino significado de therapeia, es decir, “atender”... Las ideas no son cosas, pero afectan y efectúan todo. Esto es, por supuesto, también una idea, así como una experiencia incorporada; y es la idea opuesta a esa América anti-intelectual que Hofstadter mapeó tan cuidadosamente hace unos años, un anti-intelectualismo no sólo ligado al Junguianismo y otras espiritualidades del salud-mentalismo, sino también y especialmente a una herencia culturalmente cristiana, pietista y puritana.

Como dijo Hillman, “Una idea perdurable, como un buen poema o un personaje fuerte en una película o una novela, continúa afectando tu vida práctica sin haber sido nunca puesta allí. Las ideas que viven, viven en nosotros y a través nuestro en el mundo. Las ideas viables tienen su propio calor innato, su propia vitalidad. También son cosas vivientes” (Cien años de psicoanálisis). “Una psique con pocas ideas psicológicas es fácilmente una víctima”. “La discusión de ideas en terapia no es necesariamente una defensa contra la emoción, sino lo preliminar para la emoción y su portadora” (Reimaginar la psicoogía).

Wolfgang Giegerich ha ido más allá. “No es suficiente”, dijo en Spring 1987 “proponer las ideas 'correctas'... proclamar el unus mundus, el anima mundi... Pues estas ideas 'correctas' están ubicadas en un mundo cuya lógica permanece inmodificada. Aún peor, en estas mismas ideas 'correctas' está investida la vieja lógica, e inadvertidamente perpetúan lo mismo que pretenden curar”. “Ya no es necesario evitar las grandes palabras y los así llamados conceptos abstractos. Porque ahora nos damos cuenta que como personas modernas pensamos de todos modos en esas grandes palabras, así que es mucho mejor tratar de hacer un buen trabajo con ello que esperar evadirlas” (Spring 1988). Eso es lo que quiero decir por la terapia de las ideas.

Además, pensar es una alegría, entre otras cosas, un culatazo erótico y estético. Jouisssance, tal como dijo Roland Barthes, siguiendo a Julia Kristeva, en su libro “El placer del texto”, que también es un texto de placer, placer sexual incorporado; jouissance, en verdad. ¿No fue aquella bella pensadora, Raquel Welch, quien dijo: “La mente es también una zona erógena”?

jueves, 5 de abril de 2007

El poder de las pesadillas

A lo largo de toda su obra, Henry Corbin ha insistido en que "nuestras ideas sociopolíticas modernas son la laicización y la secularización de sistemas teológicos anteriores" (El Imam Oculto), en que "todas las formas del agnosticismo imperioso y del imperativo agnóstico marcan el triunfo del nihilismo: es la realidad del ser limitado al único mundo empírico, la verdad del conocimiento limitado a las percepciones sensibles y a las leyes abstractas del entendimiento, en resumen, todo lo que rige la concepción del mundo llamado científico y objetivo, y por tanto la realidad del acontecimiento limitado a los acontecimientos de la historia empírica, de manera que ya no hay forma de escapar al dilema “mito o historia” porque no se es ya capz de presentir que existen “acontecimientos en el cielo“... Todas nuestras ideologías reinantes son laicizaciones de sistemas teológicos que perecieron en su triunfo. Queremos decir que la Encarnación divina se ha mudado en Encarnación social o socio-política... Son otras tantas consecuencias de la extinción o la desaparición de del mundo imaginal" (De la teología apofática).

Por ello, escribió Corbin, “es la función cognitiva de la imaginación la que permite el establecimiento de un riguroso "conocimiento analógico", evitando el dilema del racionalismo corriente, que deja sólo una elección entre los dos términos de un dualismo banal: o "materia" o "espíritu", un dilema que la socialización de la conciencia resuelve substituyéndola por otra elección no menos fatal: o bien "historia" o bien "mito"” (Mundus Imaginalis)

Al perder de vista la realidad del alma, la Imaginación ha sido identificada con "lo imaginario" que queda así a merced de estas ideologías. El control de "lo imaginario" es entonces "control del mundo", algo que vivimos con toda su crudeza, su violencia y su terror en nuestros días