miércoles, 27 de diciembre de 2006

Henry Corbin: Cuerpo espiritual

"Nunca ha sido tan difícil como ahora que se estableciera una intercomunicación, y que existiera cierta permeabilidad entre los universos reales, esos por los que y para los que los hombres viven y mueren, universos que siguen siendo irreductibles a los datos empíricos, porque su realidad secreta es anterior a todos nuestros proyectos y los predetermina"

"¿cómo se puede acompañar a los sufíes y a los Espirituales del Islam si hemos olvidado el lenguaje de los símbolos, si somos ciegos y sordos al sentido espiritual de los antiguos textos, que por otra parte nos obstinamos en confrontar con todos los demás documentos históricos o arqueológicos?
Entre los síntomas que pueden revelar un "continente perdido" podemos citar la insólita insistencia con la que algunos teólogos actuales han opuesto la "inmortalidad del alma" a la "resurrección de los muertos", como si el gran triunfo consistiera en devolver a los filósofos, platónicos impenitentes, a sus vanas pretensiones, mientras que los teólogos, en tanto que perfectos realistas, aceptan por su parte las concesiones necesarias para "adaptarse a su tiempo". Lo cierto es que en Occidente se ha hecho una auténtica matanza de esperanzas que nadie sabe hasta dónde va a llegar. El síntoma más alarmante es ese piadoso agnosticismo que paraliza a magníficas mentes, y que les inspira una especie de terror ante todo lo que significa "gnosis"… Tampoco podría haber "resurrección de cuerpos" sin "resurrección de almas", es decir, sin haber superado el peligro de la "segunda muerte" tan claramente tratado por el hermetismo más antiguo, y que postula el "descenso a los infiernos", pues la "carne espiritual", este caro spiritualis, a la vez suprasensible y perfectamente concreta, está constituida por el alma misma, por la Tierra celeste del alma. Ahora bien, un "alma muerta", en el sentido en que puede morir un alma, no podría ser su sustancia"

"¿qué será de nuestro conocimiento del hombre, del Homo sapiens, mientras ignoremos tanto los mundos invisibles explorados como a sus exploradores?"

"hemos querido hacer un libro que esté al alcance de cualquiera, tanto del investigador, que encontrará en él numerosos temas en los que profundizar, como del llamado "hombre de la calle", que merece tanto más el respeto del hombre de ciencia cuanto que su especie está amenazada de extinción por las condiciones de nuestra época."

"lo que motiva el uso del término "esoterismo", es porque las polémicas que enfrentaron en Occidente a creyentes y no creyentes tuvieron lugar en un nivel de conocimiento que ni los unos ni los otros lograron abandonar. Se enfrentaron, por ejemplo, por los milagros narrados en el Nuevo Testamento, unos por admitirlos, los otros por rechazar la posibilidad de una "ruptura de las leyes naturales". El dilema estribaba en fe y falta de fe: historia o mito. Hubiera sido necesario admitir que el primer y supremo milagro es la irrupción de otro mundo en nuestro conocimiento, irrupción que desgarra el entramado de nuestras categorías y de sus necesidades, de nuestras evidencias y de sus normas. Pero debe quedar claro que al referirnos a ese otro mundo aludimos a un mundo que no puede percibirse a través del órgano de conocimiento común, ni puede demostrarse o rechazarse a través de la argumentación común: un mundo tan distinto que no puede verlo ni percibirlo más que el órgano de una percepción "hûrqalyana".

Ese otro mundo, con el modo de conocimiento que implica, es el que veremos aquí pensado incansablemente a lo largo de los siglos como "mundo de Hûrqalyâ". Es la "tierra de las visiones", la Tierra que ofrece su verdad a las apercepciones visionarias, y es el mundo a través del cual se lleva a cabo la resurrección; esto es lo que repetirán, haciendo eco, todos nuestros autores. Es, en efecto, el mundo donde "tienen lugar" los acontecimientos espirituales reales, pero reales de una realidad que no es la del mundo físico, ni la que cuentan las crónicas y con la que "se hace la historia", porque aquí el acontecimiento trasciende toda materialización histórica.

Es un mundo "externo", que no es el mundo físico, un mundo que nos enseña que se puede salir del espacio sensible sin salir sin embargo de sus límites, y que hay que salir del tiempo homogéneo de la cronología para entrar en el tiempo cualitativo que es la historia del alma. Es también el mundo en el que se percibe el sentido espiritual de los textos y de los seres, es decir, su dimensión suprasensible, ese sentido que nos aparece con frecuencia como una extrapolación arbitraria, porque lo confundimos con la alegoría. La "Tierra de Hûrqalyâ" es inaccesible tanto a las abstracciones racionales como a las materializaciones empíricas; es el lugar en el que cuerpo y espíritu se funden, el lugar en el que el espíritu toma cuerpo como caro spiritualis, "corporeidad espiritual". No es perceptible con los ojos de carne del cuerpo perecedero, sino con los sentidos del cuerpo espiritual o cuerpo sutil, que nuestros autores designan como "los sentidos del más allá", los "sentidos hûrqalyâvî"."

"si el pasado fuera realmente lo que nosotros creemos, si estuviera acabado y cerrado, no daría lugar a tantas discusiones vehementes. Nos sugieren que todos nuestros actos para comprender son otros tantos comienzos, iteraciones de acontecimientos siempre inacabados. Cada uno de nosotros, volens nolens, es autor de acontecimientos en Hûrqalyâ, tanto si abortan como si fructifican en su paraíso o en su infierno. Creemos contemplar el pasado y lo inmutable cuando sin embargo estamos consumiendo nuestro propio futuro. Nuestros autores nos demostrarán que toda una región del Hûrqalyâ está poblada, post mortem, por nuestros imperativos y nuestros deseos, es decir, por lo que constituye el sentido mismo tanto de nuestros actos como de nuestros comportamientos.

Toda la metafísica subyacente es también la de una incesante recurrencia de la Creación (tayaddud): no es una metafísica ni en el ens ni en el esse, sino en el Esto del ser en imperativo. Pero el acontecimiento se pone o vuelve a poner en imperativo porque él mismo es la forma iterativa del ser que lo promueve a la realidad de acontecimiento. Tal vez entonces se comprenda toda la gravedad del acontecimiento espiritual y del sentido espiritual de los acontecimientos "percibidos en Hûrqalyâ", cuando por fin la conciencia encuentre al Donante de sus datos. Todo es extraño, dicen nuestros autores, cuando se aborda esta Tierra en la que lo Imposible se lleva a cabo de hecho. Todas nuestras construcciones mentales, todos nuestros imperativos y todos nuestros deseos, incluso el amor más consustancial a nuestro ser, todo ello no sería más que metáfora sin el intermundo de Hûrqalyâ, un mundo donde, de alguna manera, nuestros símbolos se toman al pie de la letra."

Estas son algunas de las reflexiones de Henry Corbin, en el prólogo de 1960 a su libro "Cuerpo espiritual, Tierra celeste", que acabo de publicar y que puedes leer picando aquí

Enrique

lunes, 25 de diciembre de 2006

Fin de año

Después de un intenso año de cursos y conferencias al servicio de la realidad del alma, en un mundo que tolera insensateces tales como que "el alma está en el cerebro" , un mundo que parece haber vuelto sórdida realidad aquél lema hippy de los 60's ("better living through chemistry"= "una vida mejor mediante químicos"), acabo de enterarme con tristeza de que un antiguo conocido ha sido internado estos días con un grave brote psicótico. Su familia y amigos están desconcertados. Y sin embargo, aunque era previsible, pasaron inadvertidas las señales manifiestas a través de las imágenes que expresaban sus conductas angustiadas. Se sigue considerando que el dolor del alma es "cosa de uno" y que es cuestión de voluntad y no de escucha, de "distraerse" en lugar de prestar atención, de "proponerse superarlo" en lugar de regresar a una tierra de la que uno se ha exiliado.

Corbin escribió lucidamente que "la dificultad es que la mayor parte de los hombres viven fuera de sí mismos, a pesar de que nunca hayan salido de sí mismos. Ciertamente, abundan las terapias para hacerlos entrar en sí mismos, pero cuando tal cosa se consigue, se hace todavía más difícil hacerlos salir de sí mismos. Al extravío en el mundo exterior sucede el estéril golpeteo aplicado incansablemente a los contornos de una falsa subjetividad" (Templo y Contemplación)

Vivir fuera de sí mismos, a pesar de no haber salido nunca de sí mismo. Esto podría haberlo escrito Plotino. "Fuera de sí" significa "ahí afuera", en forma de acontecimiento exterior, en forma de cuerpo (organismo, física, química, biología, etc.), hecho social (familiar, político, económico, etc.). Como bien dijo Marsilio Ficino, el hombre es aquel pájaro que cree arrastrarse porque ve su sombra deslizarse por la superficie. "Fuera de sí" significa identificado con la sombra, con la superficie. Carente de interioridad.

Se prevé que en estos días el libro de E. Punset "El alma está en el cerebro" sea récord de ventas. ¿Qué hay allí respecto a la interioridad? Absolutamente nada: sólo química, fisiología, biología, fascinación por la tecnología y el control. La expectativa de una "felicidad" tecnológica, cuando se descubra el medio químico o físico para anular la enfermedad, la tristeza, la angustia, el sueño (¿pesadilla?) de una panacea tecnológica que permita lograr seres humanos tan olvidados de lo anímico como para haberse vuelto robots que, al menor fallo, sólo requieren un cambio de piezas.

Es probable que este antiguo conocido, actualmente internado, pueda estar de regreso en casa en poco tiempo, medicado hasta el punto del olvido y la inopia. Se parecerá entonces más a las personas "felices", "sin problemas" que profetizan los Punsets de este mundo y que, sin duda, resultará más manejable para su familia y su entorno.

Entre tanto el mundo, y no sólo la gente, está lleno de síntomas. Los mismos: depresiones, desestabilizaciones, degradaciones, desertización.

Después de un intenso año de cursos y conferencias al servicio de la realidad del alma, sólo puedo desear que durante el próximo sigan remontando el vuelo aquellos pájaros que ya no se identifican con su sombra y que, de tanto en tanto, se vuelvan hacia la luz que está tan por encima de ellos como ellos lo están de las superficies.

domingo, 3 de diciembre de 2006

Plotino: Sobre el bien y la belleza


En un tiempo en que se vuelven usuales frases tan penosas como "el alma está en el cerebro" o "el cerebro piensa", "el cerebro imagina", etc., es decir, en un tiempo de rampante materialismo, siempre es refrescante y liberador regresar a Plotino, que ponía el alma en el centro de sus meditaciones, y que sabía que "nuestra patria" es una dimensión diversa de células, terminales nerviosas, átomos y otras fantasías literalizadas.

Así, en su tratado "Sobre el bien y la belleza", escribía:

"Pues bien, la patria nuestra es aquella de la que partimos, y nuestro Padre está allá.
—¿Y qué viaje es ése? ¿Qué huida es ésa?
—No hay que realizarla a pie: los pies nos llevan siempre de una tierra a otra. Tampoco debes aprestarte un carruaje de caballos o una embarcación, sino que debes prescindir de todos esos medios y no poner la mirada en ellos, antes bien, como cerrando los ojos, debes trocar esta vista por otra y despertar la que todos tienen pero pocos usan.
—¿Y qué es lo que ve aquella vista interior?
—Recién despierta, no puede mirar del todo las cosas brillantes. Hay que acostumbrar, pues, al alma a mirar por sí misma"

Puedes leer el tratado picando en el siguiente enlace:
Sobre el bien y la belleza

Un saludo
Enrique

jueves, 23 de noviembre de 2006

Desarrollo del cuerpo de resurrección



En este artículo Ravani cuenta cómo, angustiada por la muerte de su hijo de 13 años, emprendió una búsqueda a fin de encontrarlo nuevamento y poder abrazarlo. En esa búsqueda entró en contacto con la sabiduría transmitida por H. Corbin.
"Es imposible comprender muy bien la explicación de Corbin a menos que se sea capaz de despertar a una realidad multidimensional. Si se puede prestar la suficiente atención, el premio es el desarrollo de una capacidad o proceso que trasciende el espacio y el tiempo. Sólo aquellos que están lo bastante desesperados pueden hacerlo", comenta.
Finalmente, habiendo logrado su objetivo, puede escribir:"Todo lo que percibimos es actualmente como una imagen reflejada sobre una superficie que hemos creado. Es posible liberar la imagen de la superficie de modo que devenga lo que realmente es: un elemento de muchas series en múltiples dimensiones.Si podemos hacer esto con nosotros "mismos", seremos devueltos a la condición en la cual somos eternamente renovados, en unidad y en amor.
Personalmente, partí en busca de un abrazo y acabé volviendo a casa"

Un saludo
Enrique

miércoles, 1 de noviembre de 2006

Pierre Hadot sobre Plotino



Acabo de colocar en la web el 2º capítulo del magnífico libro de Pierre Hadot, "Plotino o la simplicidad de la mirada", capítulo que se titula "Niveles del yo".

Allí puede leerse:

"Como dice Plotino retomando una expresión homérica, (9) "nuestra cabeza está fija por encima del cielo". Pero a continuación surge una duda: "Si albergamos en nosotros tan grandes cosas, ¿por qué no tenemos conciencia de ello, por qué la mayor parte del tiempo permanecemos sin ejercer estas actividades superiores? ¿Por qué algunos hombres no las ejercen jamás?" (V, 1,12,1.)
Plotino responde a esto inmediatamente: "Lo que sucede es que no todo cuanto se encuentra en el alma está consciente, sino que nos llega a 'nosotros' al llegar a la conciencia. Cuando una actividad del alma se ejerce sin que se comunique nada a la conciencia, esta actividad no llega al alma por entero. Así pues, 'nosotros' no tenemos noticia alguna de esta actividad, puesto que'nosotros' estamos vinculados a la conciencia y 'nosotros' no somos una parte del alma, sino el alma entera". (V, 1, 12, 5.)

Por tanto, no somos conscientes de este nivel superior de nosotros mismos que es nuestro yo en el pensamiento divino, o, mejor dicho, que es el pensamiento divino de nuestro yo, aunque éste sea una parte,siquiera ahora la parte superior de nuestra alma.
¿Podemos realmente decir que nosotros somos unas cosas de las que no tenemos conciencia? ¿Y cómo explicar esta inconciencia?

"Mas nosotros [...] ¿Quiénes somos 'nosotros'? ¿Somos la parte del alma que permanece siempre en el Espíritu, o bien somos lo que se añade a ella y está sometido al devenir del tiempo? Aunque no es preciso decir que, antes de que se produjese el nacimiento actual, éramos otros hombres en el mundo trascendente algunos de nosotros, incluso éramos dioses, almas puras, Espíritu, unidos a la totalidad del ser, partes del mundo espiritual, sin separación, sin división: pertenecíamos al Todo (y ni siquiera ahora nos hemos separado de él).
Mas es cierto que a aquel hombre ha venido a añadirse ahora otro hombre: quería existir y nos encontró [...] nos revistió de sí mismo y se agregó a aquel hombre que originariamente éramos [...] y de este modo nos hemos convertido en el conjunto de ambos hombres, y más de una vez ya no somos lo que éramos anteriormente, y somos aquel que nos hemos añadido a continuación: el hombre que éramos deja de actuar y, de algún modo, de estar presente". (IV, 4, 14, 16.)"

Para leer el artículo entero, pica aquí


Un saludo
Enrique
http://web.mac.com/eeskenazi/

lunes, 16 de octubre de 2006

Henry Corbin: El hombre de luz


Acabo de publicar el capítulo 3 de la magnífica obra de Henry Corbin, "El hombre de luz en el sufismo irano" (ed. Siruela)

En una interesante nota Jean Moncelon escribió:

"La Fe de Henry Corbin es la fe de un gnóstico, para quien la gnosis es “un conocimiento salvífico por sí mismo”. Esta Fe es “Tierra - Ángel – Mujer”, como escribirá el 24 de abril de 1932, al borde de un lago de Dalécarlie : “Todo esto es una sola cosa que yo adoro y que está en el bosque. El crepúsculo sobre el lago, mi Anunciación. La montaña: una línea. ¡escucha! Va a ocurrir algo, si. La espera es inmensa”.

"La Tierra de la que habla, la Tierra de la Fe de Henry Corbin, es la Tierra celeste, el “mundo intermediario” entre el Cielo y el mundo terrestre.

Es el Mundo del Ángel.

El día en que murió Henry Corbin, Mircea Eliade escribía en su Diario, en fecha 7 de octubre de 1978: “Henry no ha sufrido. Murió con serenidad, tan confiado estaba de que su ángel guardián le esperaba”.

En efecto, es conveniente entender la naturaleza de este “ángel guardián”, que es, para Henry Corbin, “el ángel del alma encarnada”, y precisamente en esta circunstancia de su muerte, “la Figura celeste que se presenta cara a cara ante el alma en la aurora de su eternidad”. Por otra parte, hablará también de los Fravartis, como los “ángeles guardianes”. Añade que no obstante, todo ello es “a condición de concebir al ángel guardián como el polo celeste, el Yo celeste de un ser cuya totalidad es bipolar, constituida una bi-unidad, a saber, la de una forma terrestre y una forma celeste que es su contrapartida superior” .

Conocemos las admirables páginas que consagró a la figura de Daênâ, “el Ángel tutelar” y a su encuentro post-mortem con el alma humana: Ante la interrogante del alma maravillada, preguntando “¿Quién eres pues?” a la joven que avanzaba a la entrada del Puente Chinvat y cuya belleza resplandecía mas que cualquier otra belleza jamás vista en el mundo terrestre, ella responde : “Yo soy tu propio Daênâ”, - lo que quiere decir : soy en persona la fe que has profesado y la que te la inspira, aquella por la que has respondido y aquella que te guiaba, aquella que te reconfortaba y aquella que ahora te juzga, pues soy en persona la Imagen propuesta a ti mismo desde el nacimiento de tu ser y la Imagen querida finalmente por ti mismo (“yo era bella, tú me has hecho aún más bella”)

Estas líneas describen de alguna manera por anticipación, la ultima visión de Henry Corbin, en el momento en que dejó la manifestación terrestre.

Daênâ es pues, el Ángel de la Fe de Henry Corbin, y en tanto que ella es también “la Idea celeste” de todo ser humano, aparece como el secreto de Henry Corbin, como él mismo dirá a propósito de Ibn ‘Arabî: “Lo que un ser humano alcanza en la experiencia mística, es el “polo celeste” de su ser, es decir, su persona tal como es en ella y por ella, el Ser Divino desde el origen de los orígenes, el mundo del Misterio se manifiesta así mismo y se hizo conocer por ella bajo esta Forma que es asimismo la forma bajo la cual el mismo se conocía en ella. Es la Idea o mas bien el “Ángel” de su persona cuyo yo presente no es mas que el polo terrestre”.
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En el texto que acabo de publicar, Corbin escribe:

"En primer lugar, la Naturaleza Perfecta, como guía y compañera celeste del hombre de luz, nos ha aparecido hasta aquí como esencialmente inmunizada contra toda contaminación de las Tinieblas. ¿No existe sin embargo entre ambos el vínculo de una co-responsabilidad? Tan pronto como ésta se determina, la pregunta en cuestión reclama otra: ¿qué sucede si el hombre de luz vuelve a caer hacia atrás en su esfuerzo, víctima de las Tinieblas, si Phôs es definitivamente el prisionero y el vencido del Adán terrestre carnal? La escenografía zoroástrica de la escatología individual responde a esta pregunta, como responde igualmente la interpretación de los fotones de vivos colores en Najm Kobrâ y su escuela, según que los colores revelen o, al contrario, oculten al Guía personal suprasensible. Digámoslo desde ahora para prevenir todo error: lo que indican estas respuestas, es lo que está alterado, esto es, el acto de la visión, según que esta visión sea el acto del hombre de luz, Phôs, o al contrario el acto del Adán carnal y maléfico que, proyectando su propia sombra sobre la Figura celeste e interponiendo así esta sombra, se hace invisible a sí mismo esta Figura, la des-figura. Está en poder del hombre traicionar el pacto, echar sobre la blancura del mundo de luz una mirada tenebrosa que la vele"

Puedes leer todo el artículo picando aquí


Un saludo
Enrique

viernes, 13 de octubre de 2006

La nariz conoce los valores


"La nariz conoce los valores: el carácter y lo daimónico en la educación", es un artículo de David LeRoy Miller, autor del controvertido libro "Un nuevo politeísmo" (1974), a su vez apreciado por H. Corbin y J. Hillman. Desde 1963 Miller trabaja en las intersecciones entre religión, mitología, literatura, teoría literaria y psicología profunda. Autor también de "Los tres rostros de Dios: pistas de la Trinidad en la literatura y la vida", "Infiernos y Espíritus Santos: Una teopoética de la creencia cristiana" y "Cristos: meditaciones sobre las imágenes arquetipales en la teología cristiana", en el artículo que aquí presento escribe:

"Imagina que hubieras naufragado y fueras el único superviviente, apenas logrando sobrevivir en una isla desierta, por ejemplo, al sur del Pacífico. A medida que te arrastras, jadeando hacia la costa, tu estado básico es el de la conciencia ingenua, y el lenguaje adecuado a tu modo de ser es el de nombres y adjetivos, por ejemplo, agua, cielo, árboles, playa, agua fría, cielo brillante, etc. No transcurre mucho tiempo, sin embargo, para que tu estado y su lenguaje cambien. Pronto empiezas a desear que las cosas fueran como no son. Tienes hambre y no quieres estar hambriento. Tienes frío y no quieres tener frío. No tienes un refugio y deseas abrigo. La palabra "desear" es importante aquí, y regresaré pronto a esta palabra. Por ahora sólo importa advertir que el modo de ser ha cambiado de un reconocimiento consciente, con su lenguaje descriptivo de nombres y adjetivos, hacia una acción práctica, con un lenguaje de verbos y adverbios. Hacer un fuego, Levantar un refugio. ir a pescar, juntar moras y leña.
Pero hay un tercer estado, y aquí es cuando el anhelo y el deseo de lo que no es entra en juego. El mundo de la imaginación entra en la vida entre descripción y acción, entre sustantivos y verbos. Imagino un mundo distinto y mejor. No hay un lenguaje especial para este modo subjuntivo y condicional, pero hay las estructuras "como si" del metaforizar este y cualquier discurso. Imagino las cosas como-si fueran como deseo que sean. Esto es como "El hombre de la guitarra azul" de Wallace Stevens, que toca las cosas "tal como son" y entonces son de ese modo.
Este enfoque literario tiene peso en nuestro dilema ético. La lógica del "tendría" y "debiera" moral es que la transformación de "es" a "debiera", la dinámica que nos mueve de la consciencia a la acción, sólo es posible mediante la imaginación, el imaginarse lo que las cosas no son pero podrían ser. La ética, en lo profundo, es imaginación; es fantasía. El vivir moral es poetizar.… De modo semejante, es imposible mantener una distinción entre lo erótico y lo moral"


Un saludo
Enrique

domingo, 8 de octubre de 2006

Oscar Adler: La astrología como ciencia oculta


Oskar Adler aparte de ser un destacado violinista, maestro de Arnold Schönberg en Viena, y autor de la Crítica de la Música Pura, fue un inspirado astrólogo que recogió la corriente hermética y la impregnó con su visión típica del Romanticismo. Autor de "La Astrología como Ciencia Oculta" (ed. Kier),libro que contiene las conferencias que fueron pronunciadas entre 1930 y 1938 en Viena, ante un pequeño círculo de discípulos. Como su autor -que al igual que Marsilio Ficino era músico, médico y filósofo- aclara en el Prefacio, "se trata de la obra de un investigador destinada a quienes también sean investigadores, esto es, a quienes se sientan con la aspiración a adquirir conocimientos que les permitan ver hondo en el sentido de su existencia dentro de la inconmensurable e inconcebible grandeza de este universo"

En el primer capítulo podemos leer:

"La astrología es el estudio de las relaciones cósmicas, universales e indestructibles, de todos los acontecimientos, especialmente de los acontecimientos humanos sobre la Tierra tomados estos acontecimientos humanos, esta "existencia" humana, juntamente con la historia de su evolución, no sólo en sentido general, sino también en el sentido de la existencia particular del individuo y su historia con los sucesos exteriores y los sucesos que confieren su contenido a la vida subjetiva, esto es, el dolor y el placer, el temor y la esperanza, el amor y el odio, el error y la verdad, el nacimiento, la enfermedad y la muerte, o, para decirlo en una palabra, el "destino" del ser humano. De esta definición se concluye que una ciencia como la astrología no podrá seguir el método que adoptan las ciencias físicas de nuestra época; más aún, en una época como la nuestra, ni siquiera podría haberse originado una ciencia del tipo de la astrología…

…sabemos que el destino de toda estadística es el de no poder dar jamás un cuadro completo de la realidad. Es así que asistimos al curioso espectáculo que brinda una ciencia física que querría menospreciar a la astrología por su calidad de ciencia oculta, pero que no vacila en abrir a esta ciencia las puertas en tanto la astrología renuncie a toda pretensión que no sea la de constituir una mera estadística de los acontecimientos cósmicos y su coincidencia con los procesos terrestres y aun con los procesos humanos.

Pero no es esta la "astrología" que vamos a estudiar nosotros. La verdadera astrología jamás fue una estadística. Su sentido más peculiar el de penetrar en las relaciones cósmicas del acaecer terrestre no podrá obtenerse por ese camino. El único método que nos llevará a nuestra meta es el propio de las ciencias ocultas.

¿Que es la "ciencia oculta"? ¿Qué significa esta denominación y qué nos ofrece su contenido?

La denominación de ciencia oculta no responde únicamente al hecho de que el contenido de tal ciencia haya sido un secreto, un conocimiento que había que "ocultar" a quienes no formasen parte de una cierta minoría de "elegidos"; más aún, ni siquiera es esta la causa principal que llevó a aquella denominación. Lo que determina que esta ciencia sea "oculta" es el hecho de que la fuente cognoscitiva de que proviene tal saber se encuentre en el misterio de la "interioridad" del propio ser humano; sólo al descubrirse esa fuente, al encontrarse el acceso a ella, se comienza a revelar una esfera del saber que, en última instancia, se basa en la premisa del "ser uno con todo lo existente".

Es de este modo que, por su propia índole, este saber seguirá siendo oculto, pues en todo caso no será más que un saber inmediato y, por lo tanto, incompartible, pues el sujeto cobra "conciencia" de algo cuando acierta a conocer o al menos a reproducir ese algo a partir de la propia fuente. En cuanto el saber oculto reviste carácter de "comunicación", deja de ser un saber "oculto".

…en contraposición a ese ego inmediato, a ese ego que alberga nuestra interioridad, nos encontramos con el mundo objetivo, eternamente extraño a nosotros, sólo perceptible desde fuera; y dentro de ese mundo objetivo está el "tú", también extraño y eternamente separado de nosotros, sin que jamás lleguemos a tener la posibilidad de penetrar en su interior, como nos lo revelan los versos de Albrecht von Hailer:

"No hay alma a la que entregue su ser Naturaleza.
Feliz de aquel que llegue a verle la corteza."

Pero si pudiéramos penetrar en la naturaleza como en nuestro propio "yo", entonces tendríamos también del mundo "exterior" un saber oculto, íntimo, que respondería a la aspiración que desde tiempos inmemoriales fue propia de los seres que buscaban la luz, como, por ejemplo, el Fausto de Goethe:

"Para saber qué es lo que el mundo
contiene allá en lo más profundo,
atiende al germen y sus fuerzas
y en huero hablar no te retuerzas."

¿No habrá, en verdad, ningún puente que una la interioridad con el mundo exterior? Y en consecuencia, ¿no será el saber oculto mera imaginación?

No. Pues la verdad es que existe el tal puente y que cualquiera de nosotros puede trasponerlo. Hay "algo" que tiene la particularidad de sernos accesible, del mismo modo en que nos son accesibles las cosas exteriores y que a la vez se nos da del modo exclusivo en que se nos da nuestro propio yo. Y ese "algo" es nuestro cuerpo.

Bien es verdad que veo a mi cuerpo "allá afuera", como cuerpo entre los otros cuerpos, participando de las leyes físicas resultantes de la investigación científica de las ciencias naturales exactas; pero no es menos verdad que ese cuerpo es "mi" cuerpo, unido a mi propio yo, y que si me entero de lo que me muestra la física como objeto de "exterioridad", ello ocurre en la medida en que se refiere a mi propio cuerpo, esto es, que me entero de ello como de una "interioridad", de un "algo" que vive dentro de mí a la vez mental y psíquicamente. En otras palabras: también sé de mi cuerpo en la esfera de lo "científico oculto".

Si pudiese expandir mi cuerpo de modo tal que el mundo exterior entrase a formar parte integrante, por así decir, de mi vida corporal "endoempírica", me enteraría de dicho mundo exterior de la misma manera en que sé todo lo que se refiere a mi mismo y únicamente a mi mismo; es decir que tendría con respecto a lo exterior un saber científico de carácter oculto, tan susceptible de ser sistematizado como el saber científico de carácter físico; o, lo que es lo mismo, me vería en posesión de la ciencia oculta de carácter cósmico"

Puedes leer el capítulo entero aquí

Un saludo
Enrique

lunes, 25 de septiembre de 2006

Henri Corbin: La teología apofática


Acabo de publicar la conferencia que diera Henri Corbin, "La teología apofática como antídoto contra el nihilismo". En ella hace un diagnóstico agudo acerca del estado de conciencia propio de Occidente y de Oriente en estos días, señalando la pérdida generalizada del sentido de orientación con respecto a un Polo de orientación no-geográfico, sino imaginal.

Entre las muchas consas interesantes que apunta, cabe destacar las siguientes:

"la sacralización y la secularización son fenómenos que tienen lugar primero en el mundo interior de las almas humanas y su lugar corresponde también a ese mundo y no al mundo de formas exteriores. Son las modalidades del ser interior del hombre las que él proyecta para constituir el fenómeno del mundo, los fenómenos de su mundo, del mundo en el cual él decide su libertad o su servidumbre. El nihilismo ocurre cuando el hombre pierde conciencia de su responsabilidad en este sentido y proclama, desesperado o cínico, que están cerradas las puertas que él mismo ha cerrado.

No es el ego lo que constituye la tragedia, sino su mutilación compensada por una inflación enfermiza, en resumen su “descenso” en este mundo. Esto es lo que expresa el sentimiento del exilio (tan vivo en la teosofía judía y en la teosofía islámica): la “desmesura” está entre lo que el alma, y el ego, es ahora, y a lo que el alma, y el ego, se siente destinada en virtud de un origen preexistencial que ella presiente. Las epopeyas místicas, mejor conocidas aún que los sistemas filosóficos, traducen esta protesta, esta desmesura. (Ya que no hay una medida común entre su estado actual y lo que ella está destinada a ser)

Es el salto de este límite constitutivo de la humanidad, es decir del ego el que, en las epopeyas gnósticas, desencadena la catástrofe anterior que determina la existencia de este mundo, catástrofe de la cual resultan los límites de un yo mutilado y paralizado en y por su existencia aquí en este mundo. Estos límites son los de su cautiverio y los de su exilio, pero no los límites que determinan eternamente su ser mismo, la unidad de su mónada. Caída y liberación son los grandes actos de esta tragedia. Pero la liberación no quiere decir abolición. Liberar al ser individual es restaurar su individualidad, su monadidad, plena y auténtica. Es restaurar la verdad, no es denunciarla como ilusoria.

para que el hombre sea colectivizado, es necesario por el contrario que se derrumbe a todos los niveles la muralla de la persona de la mónada individual. Es precisamente cuando el ego como tal es denunciado como una ilusión, cuando no vemos bien cómo puede resistirse a la colectivización, ¡aún si se nos define esta ilusión en relación a un Sí mismo suprapersonal! Y para que la historia sea “divinizada” es necesario que los agentes que hacen esta historia y los eventos de esta historia sean percibidos bajo una dimensión única, una unidimensionalidad, pasando por el nihilismo que rechaza la dimensión trascendente de la persona, de cada persona respectiva, porque el nihilismo percibe en esta dimensión la manifestación de un principio rival de realidad.

El principio de individuación es el escudo contra el nihilismo, a condición que dirija sus esfuerzos hacia el ego integral, mas no al ego que nuestros malos hábitos califican de normal. Dicho de otra forma: es en la alienación del principio de individuación donde aparece el nihilismo. Esto ocurre porque toda determinación, lejos de ser negativa, es positiva; porque la forma personal del Ser es la suprema determinación, y porque ella es la suprema revelación. Por tanto, todo lo que tiende a abolirla, constituye una amenaza o un síntoma de nihilismo. Esta amenaza puede encubrirse bajo formas aparentemente diferentes, aunque fundamentalmente idénticas. Quiero decir que el personaje denominado por Dostoïevski como el “Gran Inquisidor” dispone de una gran variedad de uniformes.

¿Qué pasa entonces cuando desaparece la dimensión celeste de la persona, la cual constituye el ser mismo de la persona, su suprema individuación? Lo que pasa es la ruptura del pacto, del compromiso recíproco. Toda la relación entre Dios y el hombre se encuentra alterada. Ya no son más solidarios, para que respondan el uno por el otro, en un mismo combate. Se enfrentan cara a cara como el amo y el esclavo. Uno de ellos debe desaparecer. El prometeísmo habrá de arrebatar con violencia el Fuego sagrado, mientras que para el mazdeísmo los humanos eran los guardianes de este Fuego sagrado que les habían confiado las fuerzas celestiales. Y este prometeísmo, para lograr su fin, tomará todas las formas posibles del Gran Inquisidor. Pensar por sí mismo, hacer obra propia personal según su propia iniciativa, osar libremente la aventura de Prometeo, es una tarea que muchos hombre quisieran ahorrarse. Es cuando el Gran inquisidor toma sus lugares a condición de que ellos renuncien a ser ellos mismos. Con este fin, uno negará que la individualidad humana incluso tiene algo de innato. Todo lo que la individualidad es, lo habrá recibido y adquirido de su entorno, de la pedagogía todopoderosa que la toma a su cargo. ¿Cómo ser sí mismo cuando el sí mismo está aniquilado? Es así como la nihilitud se precipita en un mundo desacralizado…Todas las formas del agnosticismo imperioso y del imperativo agnóstico van a resaltar el triunfo del nihilismo: es la realidad del ser limitado al único mundo empírico, la verdad del conocimiento limitado a las percepciones sensibles y a las leyes abstractas del entendimiento, es decir, todo lo que rige la concepción del llamado mundo científico y objetivo, y por consiguiente la realidad del acontecimiento limitado a los acontecimientos de la Historia empírica, de tal modo que no hay escape al dilema “mito o historia”, porque ya no se es capaz de presentir que hay “acontecimientos en el Cielo”. Decíamos hace un momento que todas nuestras ideologías reinantes son laicizaciones de sistemas teológicos que perecieron en su triunfo. Queremos decir con ello que la Encarnación divina es desplazada por la Encarnación social o sociopolítica. A partir de ese momento también, es la idea misma de esta Encarnación la que manifiesta la gravedad de sus consecuencias. Era imposible para el dogma oficial estabilizar el equilibrio paradójico entre la naturaleza humana y la naturaleza divina. Era preciso que el elemento humano aboliera lo divino, o bien que lo divino volatilizara lo humano. Este último fue el caso del monofisismo y se puede decir que el fenómeno de socialización y de totalitarismo que todo esto entraña, no son más que un monofisismo a la inversa.

El “misterio de misterios” (en el Ismailismo y en la gnosis islámica: ghayb al-ghoyûb) es manifestativum sui y tiende por esencia a manifestarse a sí mismo, ya lo habíamos visto (en Bœhme y en Ibn ’Arabî). La idea de esta manifestación presupone eo ipso el segundo término: aquel a quién él se manifiesta. Existe entonces eo ipso una correlación entre esta autogeneración llevando al Absoluto divino a manifestarse como Dios personal, entre esta Historia intradivina, y la Historia del alma separándose de las presiones y opresiones exteriores para que al fin eclosione su “Idea” eterna que es el secreto mismo de su persona única. Hay una correlación entre el nacimiento divino y el nacimiento del alma, por el cual se produce este nacimiento divino. Esta correlación establece una interdependencia entre los dos términos, una solidaridad recíproca, de tal manera que el uno no puede existir sin el otro. Si uno de los dos términos desaparece, el otro se convierte en la presa del nihil. Hay correlación entre la “muerte de Dios” y la muerte del hombre.
Las proposiciones que enuncian una teología catafática (afirmativa), que no han pasado la prueba de la teología apofática (negativa), además de aquellas enunciadas por la sociología que sustituye a la teología - la filosofía como sirvienta de la sociología, luego de haber sido la sirvienta de la teología -, son proposiciones bajo la forma de lo que se llama dogmas, es decir, proposiciones "demostradas", establecidas de una vez por todas y por consecuencia imponiendo su autoridad uniformemente a todos y cada uno. Los dogmáticos no dejan lugar para un verdadero diálogo sino para un enfrentamiento.

En cambio, las verdades percibidas como constitutivas de esta relación cada vez única entre Dios, que se manifiesta como una persona (bíblicamente: el Ángel del Rostro de Dios), y la persona que él promueve al rango de una persona revelándose a ella, son parte de una relación fundamentalmente existencial, no dogmática. No puede expresarse como un dogma sino como un dokêma. Los dos términos derivan del mismo verbo en griego dokéo, que significa a la vez "parecer", "mostrarse como", "creer", "pensar" y "admitir". El dokêma marca el lazo de interdependencia entre la forma de lo que se manifiesta y aquel a quien ella se manifiesta. Es esta correlación misma lo que quiere decir dokésis. Desgraciadamente es a partir de ésto que la rutina acumulada por los siglos de historia de dogmas en Occidente, ha acuñado el término docetismo, sinónimo de fantasmagórico, irreal, aparente. Es necesario revigorizar el sentido primario: lo que se llama docetismo es de hecho la crítica teológica, o más bien teosófica, del conocimiento religioso. Una crítica que, al interrogarse sobre lo que es visible para el creyente pero invisible para el no-creyente, se interroga sobre la naturaleza y las causas de esta visibilidad. Naturaleza y causas que se deben al evento que tiene lugar y que consiste en la correlación de la que hablamos, que no tiene su lugar ni en el mundo de la percepción sensible, ni en el mundo abstracto del entendimiento. Nos falta entonces otro mundo que asegure ontológicamente el pleno derecho de esta relación que no es lógica, conceptual ni dogmática, sino una relación teofánica, constitutiva de un realismo visionario, donde la apariencia se convierte en aparición.

Es por lo que yo lo traduje en mis libros, de acuerdo al latín mundus imaginalis, por el término "mundo imaginal", a fin de diferenciarlo bien del imaginario, que identificamos con lo irreal, ya que entonces recaeríamos en el abismo del agnosticismo del que, por el contrario, nos debe preservar el mundo imaginal. Este mundo “donde los cuerpos se espiritualizan y donde los Espíritus toman cuerpo” es por esencia el mundo de cuerpos sutiles, el mundo de una materia espiritual etérea, libre de leyes de la materia corruptible de este mundo, pero no de la extensión (aquella de los sólidos matemáticos). que posee eminentemente toda la riqueza cualitativa del mundo sensible, pero en estado incorruptible. Este intermundo es el lugar de los eventos visionarios, de visiones de profetas y de místicos, de eventos de la escatología. Sin este intermundo estos eventos no tendrían lugar. Por tanto, este mundus imaginalis es la vía por la cual nos liberamos del literalismo, al cual siempre han estado tentadas de sucumbir las “religiones del Libro”. El sentido espiritual de las revelaciones se convierte en sentido literal a nivel ontológico, porque es en este nivel que alcanzamos una percepción sacramental o una conciencia sacramental de los seres y las cosas, es decir de su función teofánica, porque nos preserva de confundir un icono, precisamente una imagen metafísica, con un ídolo. En la ausencia de este intermundo, permanecemos condenados al encarcelamiento en la Historia unidimensional de eventos empíricos. Los “eventos en el Cielo” (nacimiento divino y nacimiento del alma, por ejemplo) no nos miran mas porque nosotros ya no los miramos tampoco.

Llego la hora de, más que comparar, conjugar los esfuerzos convergentes de un Jacob Bœhme y de un Mollâ Sadrâ Shîrâzî, instaurando una metafísica de la Imaginación activa como órgano del intermundo de cuerpos sutiles y de la materia espiritual, quarta dimensio. La intensificación de los actos del existir, tal como la profesa la metafísica de Sadrâ Shîrâzî, eleva el status del cuerpo al estado del cuerpo espiritual, incluso del cuerpo divino (jism ilâhî). El órgano de esta transmutación, de esta generación del cuerpo espiritual es, tanto para Bœhme como para Mollâ Sadrâ, la fuerza imaginativa, que es la facultad mágica por excelencia (Imago-Magia), porque ella es el alma misma, “animada” por su “Naturaleza Perfecta”, su polo celeste. Ahora bien, si uno de los aspectos destructivos del nihilismo nos aparece en el “desencanto” (Entzauberung) de un mundo reducido a una positividad utilitaria, sin finalidad más allá, vislumbramos adónde podemos erigir el escudo contra este nihilismo.

Mi análisis ha intentado separar el fenómeno primero, que nos permite transferir la culpabilidad que se le imputa al Occidente al cargarlo de la responsabilidad de un “materialismo” que sería opuesto al “espiritualismo” del Oriente. Quise sugerir que esta culpabilidad no se origina en lo que sería el Occidente en su esencia, sino de una traición con respecto a lo que haría precisamente su esencia. La oposición entre Oriente y Occidente, en sentido geográfico o étnico, está de aquí en adelante superada, ya que ni lo que llamamos “espiritualismo”, ni lo que llamamos “materialismo”, son monopolios inalienables. De lo contrario, ¿cómo sería posible el fenómeno que denominamos en la actualidad la “occidentalización” del Oriente? En definitiva, ¿acaso el responsable de esta “occidentalización” es el Occidente? O bien, ¿no lo es el Oriente mismo? En breve, henos aquí, Orientales y Occidentales, afrontando juntos de hecho los mismos problemas. Desde este momento, las palabras “Oriente” y “Occidente” deben tomar otro sentido que el geográfico, el político o el étnico – incluso un autor de libelos ha podido escribir “Roma ya no está en Roma”, tal vez tanto como que el Oriente ya no está en Oriente -. Nosotros apuntamos así el “Oriente” en el sentido metafísico de la palabra, el “Oriente” tal como lo entienden los filósofos iraníes de la tradición de Avicena y de Sohravardî. Su “Oriente” es el mundo espiritual (’âlam qodsî), este polo celeste del cual depende, ya lo habíamos dicho, la integridad de la persona humana. Aquellos que pierden este polo son los vagabundos de un Occidente opuesto al “Oriente” metafísico, poco importa que sean geográficamente Orientales u Occidentales.

Pica aquí para leer el artículo completo

Un saludo
Enrique

sábado, 23 de septiembre de 2006

El arquetipo del inválido



Acabo de traducir el capítulo 2 del libro de Adolf Guggenbühl-Craig, "The emptied soul" (El alma vaciada), anteriormente titutlado "Eros on crutches" (Eros en muletas). En este capítulo, titulado "El Arquetipo del Inválido", el psicólogo arquetipal escribe:

"El Arquetipo del Inválido puede ser fructífero para la persona que lo vive. Contrarresta la inflación; cultiva la modestia. Porque se les da lo que les corresponde a la debilidad y las carencias humanas, es posible un tipo de espiritualización. Las invalidez es un continuo memento mori, un permanente confrontación con las limitaciones físicas y psíquicas. No permite huir a fantasías de salud o alejarse de un reconocimiento de la muerte. Promueve la paciencia y refrena la obsesión de actuar. En un sentido, es un arquetipo muy humano. La fantasía de la salud y la totalidad en cuerpo y alma puede ser adecuada para los dioses, pero para los meros mortales es una tribulación. Quod licet jovi non licet bovi.
Porque el Arquetipo del Inválido acentúa la dependencia humana, porque obliga a aceptar nuestra necesidad mutua y la de los demás, es un factor importante en las relaciones. Hoy nos vemos perseguidos por una fata morgana psicológica -la ilusión de la Persona Independiente. Aún hay aquellos que creen que es posible ser totalmente independiente de los demás. Todos somos dependientes de alguien -de maridos o esposas, de padres o madres, de nuestros hijos, amigos, incluso de nuestros vecinos. El conocimiento de nuestras propias deficiencias y debilidades, de nuestra propia invalidez, nos ayuda a darnos cuenta de nuestra eterna dependencia de algo o de alguien"

Un saludo
Enrique

viernes, 22 de septiembre de 2006

Lecciones astrológicas, en Octubre


Los lunes de Octubre, a las 18:30 hs, relanzaré "Las lecciones astrológicas de Oskar Adler"


Sus lecciones sobre el simbolismo de las lunaciones, eclipses, planetas y aspectos nunca se tradujeron al castellano, y el curso consistirá en la traducción, lectura y comentario de estos textos inéditos del gran pensador que escribiera:
‘El destino de cada ser humano es el juicio cósmico final acerca de su propia historia, del mismo modo en que el destino onrírico es el juicio propio -el juicio que el individuo formula acerca de sí mismo-, su confrontación con su propio pasado. La única manera de dominar el destino es la de amortizar la herencia o el pasado por liquidación de la ‘deuda’, de la obligación. Es esta una de las exigencias más difíciles de cumplir que nos impone la astrología: la exigencia de transformar la constitución que nos es dada por nacimiento y herencia, la exigencia de barrer la escoria del pasado’
(O. ADLER: La Astrología como Ciencia Oculta)

Este curso no sólo se plantea como una profundización en la astrología hermética, sino como una inmersión en el universo del neoplatonismo y del hermetismo, una visión que devuelve al alma su relación con el cosmos y devuelve al cosmos su alma olvidada.

Los que estéis interesados, por favor, enviadme un mail así nos ponemos de acuerdo en el sitio de encuentro el lunes 2 de octubre a las 18:30 hs

Un saludo
Enrique

A bono in bonum omnia diriguntur. Laetus in praesens neque census existimes, neque appetas dignitatem, fuge excessum, fuge negotia, laetus in praesens
(Todos son dirigidos por el bien al bien. Contento en el presente, no estimes las posesiones ni desees cargos, huye de los excesos, huye de los negocios, contento en el presente. Marsilio Ficino)

domingo, 3 de septiembre de 2006

Plotino: Sobre la Belleza



Acabo de añadir a la página de artículos del Centro, el maravilloso tratado de Plotino: Sobre la Belleza Inteligible

Este tratado de las Enéadas (V,8) es en sí un compendio de neoplatonismo, una mirada que hoy resulta sumamente ajena al estilo de vida Occidental y que, sin embargo, es el perfecto antídoto para las miserias a las que nos condena una visión del mundo esclava del literalismo (el imperialismo de "los hechos") e impermeable a la comprensión de lo anímico como otra cosa que un apéndice: ya sea biológico, cerebral, químico, social, económio o cultural.

Es así que resulta iluminador leer en este tratado de Plotino pasajes como los siguientes:

“La verdad es que la naturaleza, que produce obras tan bellas es ya de por sí bella, y lo es con gran prioridad; pero nosotros, que no estamos acostumbrados ni sabemos ver nada de lo del interior de las cosas, corremos tras lo de fuera desconociendo que es lo interno lo que nos mueve. Nos pasa lo mismo que si uno, mirando hacia su propia imagen, tratase de darle alcance desconociendo el original de donde proviene.”

“Allá (en la dimensión imaginal) es donde se da “la vida fácil” y la verdad es, además, su madre, su nodriza, su sustancia y su alimento -y contemplan todas las cosas, no “a las que compete el devenir”, sino a las que compete la Esencia, y se contemplan a sí mismos en los demás. Porque todo es allá diáfano y nada hay oscuro u opaco, sino que cada uno es transparente a cada uno y en todo, puesto que la luz lo es a la luz. Y es que cada uno posee a todos dentro de sí y ve, a su vez, en otro a todos los demás, y todo es todo, y el resplandor es inmenso, porque cada uno de ellos es grande, pues aún lo pequeño es grande. El sol allá es todo los astros, y cada astro es, a su vez, sol y todos los astros. En cada uno destaca un rasgo distinto, pero exhibe todos.Allá el Movimiento es puro; no lo enturbia en su curso un motor que sea distinto de él. El Reposo, por su ante, tampoco se ve turbado por el movimiento, porque no se mezcla con nada móvil. Lo bello es bello, no está en lo no bello. Cada uno no avanza por un país extraño, sino que el “en donde” de cada uno es su propia esencia, y sube como si dijéramos, arriba y su “de donde” sube con él: él y su sitio no son, por tanto, dos cosas distintas; porque su sustrato es la Inteligencia y él mismo es inteligencia, como si uno diera en creer que, en este cielo visible tan luminoso, esa luz emanada de él es la que constituye los astros. Pues bien, en el cielo de acá, un astro no puede constar de otro astro, y así cada astro no puede ser más que una parte. Pero en el Cielo de allá cada Ente consta siempre del todo, y así es a la ve cada uno y todo. Tiene, sí, visos de parte, pero se deja ver como todo para el de vista penetrante, para el que fuera tan agudo de vista como Linceo, que se decía que veía aun las entrañas de la tierra. Este mito de Linceo simboliza los ojos de allá.”

“Cabe comprender la grandiosidad y la potencia de esta sabiduría, por el hecho de que consigo lleva y consigo ha creado los Seres: todos van en su séquito; ella misma es los Seres; con ella nacieron; ambos son una misma cosa, y la Esencia es la sabiduría de allá. Pero nosotros no alcanzamos a comprenderlo, porque pensamos que las ciencias están compuestas de teoremas y de un cúmulo de proposiciones; lo que realmente no es verdad, ni aun en las ciencias de este mundo. Si alguno de vosotros duda de ello, prescindamos de estas ciencias por el momento, y centrémonos en la Ciencia de allá, la que con certera intuición Platón dice que “no es distinta del sujeto en que reside”.”

“en la región transcendente las cosas no han sido planeadas así porque tenían que ser así, sino que, porque son como son, por eso son bellas. Es como si, en el silogismo causal, la conclusión se anticipara a las premisas en vez de seguirse de ellas. No son resultado de una consecución lógica ni de una ideación, sino anteriores a toda consecución y a cualquier ideación, puesto que todo esto -razonamiento, demostración y prueba- viene después. Puesto que es principio, todas las cosas proceden espontáneamente y son como son. Y se dice con razón que no deben inquirirse las causas del principio, y más de un principio cual es el perfecto, que es idéntico al fin. Hasta tal punto que principio y fin son todo a la vez y de una manera completa”

“Represéntate, pues, mentalmente la imagen luminosa de una esfera, que contiene en su interior todos los seres, sea que estén en movimiento, sea que estén en reposo, o mejor unos en movimiento y otros en reposo. Reteniendo esta imagen, fórmate ahora otra suprimiendo mentalmente la masa. Suprime también el lugar y toda representación mental de la materia, y no trates meramente de sustituir esa esfera por otra de menor volumen, sino que, invocando al dios hacedor la esfera representada, suplícale que venga. Y vendrá: vendrá trayendo consigo su propio universo con todos los dioses incluidos en él, siendo uno y todos. Cada uno es todos consociados en unidad: diferentes por sus potencias, pero todos son uno en virtud de aquella única múltiple potencia, o mejor, el que es uno solo es todos, pues no se agota porque nazcan todos aquellos. Están todos juntos, pero a la vez cada uno está aparte en posición inextensa, dado que carece de toda forma sensible (si no, uno estaría en un sitio y otro en otro, y no sería cada uno todo en sí mismo) y no tiene partes distintas ni respecto a otros ni respecto a sí mismo, ni es cada uno a modo de una potencia fragmentada igual a la suma de sus partes mensuradas. Por el contrario, es una potencia total, infinita en alcance y en poder. Y es tan grande aquél dios que aun sus partes son infinitas. Porque ¿qué punto se podría aducir al que no extienda? Es verdad que también este universo es grande que todas las potencias que hay en él coexisten juntas; pero sería mayor, sería de una grandeza inefable si no llevara aneja una pequeña potencia corporal”

Contemplando, pues, Zeus -y aquellos de entre nosotros que estén como él enamorados- ese espectáculo, al final podrá ver la Belleza entera posada sobre todos los seres; la verá y compartirá aquella Belleza. Porque ésta refulge en todas las cosas e inunda de luz a los llegados allá de manera que aun éstos se embellezcan análogamente a como a menudo hombres que escalan parajes elevados cuyo suelo amarillea allá en la altura cobran el mismo color dorado de la tierra que pisan. Allá el color que tiñe la región transcendente es la Belleza, mejor dicho, allá todo es color y belleza en profundidad. Allá la Belleza no es un tinte superficial distinto de la realidad. Pero para quienes no han alcanzado la visión plena sólo cuenta el reverbero. En cambio, a quienes están empapados y como embriagados y saturados de néctar, como tienen el alma transida de belleza, les cabe el no ser menos espectadores. Porque no se trata ya de dos cosas extrínsecas, contemplante y contemplado, sino que el vidente de vista penetrante posee dentro de sí el objeto visto. Pero poseyéndolo, la mayoría de las veces desconoce que lo posee y lo mira como algo extrínseco, porque lo mira como objeto de visión y porque desea mirarlo. Ahora bien, todo cuanto uno mira como objeto de contemplación, lo mira como algo externo. Pero es menester desplazar la mirada y mirarse a sí mismo, mirar el objeto como una sola cosa consigo mismo, como idéntico a uno mismo, del mismo modo que quien estuviera poseído por algún dios, presa de Febo, o por alguna Musa, alcanzaría la visión del dios dentro de sí mismo, si fuera capaz de mirar a dios dentro de sí mismo.

Pero si alguno no es todavía capaz de verse a sí mismo cuando poseído por el dios proyecta, para verlo, el objeto de su visión, se proyecta a sí mismo y mira una imagen embellecida de sí mismo. Mas si prescinde de esa imagen, por bella que sea, aunándose consigo mismo y deja de escindirse por más tiempo, se hace una sola cosa a la vez que todas las cosas en compañía de aquel dios calladamente presente, y está con él cuanto puede y quiere. Y si luego se convierte a la dualidad, con tal de permanecer puro estará en antigüedad con aquél, de tal manera que pueda recobrar aquel estado anterior de copresencia si de nuevo se reconvierte a aquél. Y en esta reconversión reporta el provecho siguiente: en un principio tiene consciencia de sí mismo, mientras dura la alteridad; mas luego, apresurándose a adentrarse en sí mismo, recobra su integridad y, dejando atrás la percepción consciente por miedo a la alteridad, es y a uno allá en su interior. Y si deseare verse a sí mismo como objeto distinto, con ello se saca sí mismo afuera. Ahora bien, quien aspire a un conocimiento profundo de aquel dios, debe tomar como base un esbozo de aquel y tratar de lograr, por la investigación, un conocimiento más preciso, y así, una vez convencido de que se adentra en un espectáculo beatífico, debe adentrarse ya plenamente y convertirse ya de vidente en objeto de visión para otro que lo contemple resplandeciente con los esplendorosos pensamientos que dimanan de allá.

Y ¿cómo podrá uno alcanzar la Belleza, si no la ve? -En realidad, si uno ve la Belleza como distinta de sí mismo, es que todavía no ha alcanzado la Belleza, mientras que si se transforma en Belleza, entonces sí que la alcanza mejor que de ningún otro modo. En conclusión; si la visión es de lo externo, o no debe haber visión o, si la hay, que sea de modo que se identifique con el objeto visto. Y esto es una especie de autocomprensión y autoconsciencia de quien se guarda de apartarse de sí mismo por deseo de una percepción más consciente.

Hay que tener en cuenta, además, lo siguiente; que las sensaciones de los males producen una impresión más fuerte, pero que el conocimiento resultante es menor por la repercusión causada por las impresiones. La enfermedad repercute, en efecto, más violentamente, mientras que la salud, coexistiendo pacíficamente con el sujeto, origina en él una mayor comprensión de sí mismo. Es que la salud, como propiedad del sujeto, se adhiere a él y se aúna con él, mientras que la enfermedad es algo extraño e inapropiado. Y por eso se hace patente por la intensa impresión que nos produce de ser otra cosa distinta de nosotros. En cambio de lo nuestro, lo mismo que de nosotros, no hay percepción; pero no habiéndola, precisamente por eso nos comprendemos mejor a nosotros mismos, habiendo unificado la ciencia de nosotros con nosotros. Pues también en aquel caso, cuando nuestro conocimiento es según la inteligencia, entonces más que nunca tenemos la impresión de ser ignorantes, estando a la espera de la vivencia de una percepción consciente, que declara no haber visto. Es que ni vio ni podrá ver jamás tales objetos. Es, pues, la consciencia la que no cree, mientras que quien vio es un sujeto distinto de ella. Y si tampoco éste creyera, tampoco creerá en su propia existencia, ya que ni tan siquiera él puede, proyectándose al exterior cual si fuera un objeto sensible, verse a sí mismo con los ojos del cuerpo.”

“Nosotros mismos, cuando somos bellos, lo somos por ser de nosotros mismos. Por el contrario, somos feos cuando nos transformamos en una naturaleza extraña. Y somos bellos cuando nos conocemos, feos cuando nos desconocemos”

Enrique

viernes, 25 de agosto de 2006

Plutón: una re-visión del infierno



Acabo de publicar en la sección de artículos, el seminario que tuvo lugar el 21 de febrero de 2004, "Plutón: una re-visión del infierno".
Y que concluye con las siguientes palabras:
"La virtud de Hades, la virtud del policentrismo y del politeísmo no es la seguridad, la unilateralidad, la firmeza, la claridad y la verdad sino la elasticidad, la duda, el tomarse las cosas con calma y dejarlas ser, el saber que no se sabe, el mirar periférico, lo abarcador, lo envolvente, lo que los griegos llamaron "peri-echon". Está mucho más cerca de Sócrates todo esto. Sócrates dijo “bueno, yo no sé, pero me doy cuenta de que no sé, en cambio los otros que no saben se creen que saben”. Esta diferencia lo hace todo, porque saber, no sabe nadie; pero muchos son los que creen saber..
Bueno, esto nos pasa a todos; creemos que "los hechos" son así, creemos que sabemos “esto es así” y no tenemos idea. El sabio es el que al verlo, sabe que no sabe y esto le permite ver su no saber.
De allí que antes de enzarzarse en polémicas sobre "hombres" y "mujeres" sería más esclarecedor reconocer la dimensión del alma, que es también el reino de Hades, saber del no-saber, y no-saber del saber. Los temas que hemos rozado esta tarde: Heráclito el Oscuro, el "más-allá-de-la-superficie", Sócrates, el daimón y el cuidado del alma, el mundo del Eros y el mundo del Logos, la de-formidad, el de-crecimiento, la imaginación y la patología, son tantos otros caminos que, atendiendo a sus hondonadas, a sus fosos y a sus grietas, nos permiten acceder al insondable reino del alma, que no es otro que el mundo de Plutón.

Barcelona, 21 febrero 2004"

Un saludo,
Enrique

miércoles, 9 de agosto de 2006

Homenaje a Macedonio


Macedonio Fernández (1874-1952), como todo gran poeta & delirante, desveló las verdades del lenguaje que son las verdades del alma. Fue un maestro de la ironía ("No se olvide: soy el único literato existente de quien se puede ser el primer lector. Pero además mi libro, y es más inusitado esto todavía, es la única cosa que en Buenos Aires puede encontrarse aún no inaugurada por el Presidente. Se están imprimiendo todos los certificados de primer lector mío que se calcula serán necesarios"), autor de lúcidas revelaciones ("Manténte en el Misterio, lector. Para la Psique no hay el "en", no está en un Cuerpo"), pensador de humor metafísico ("Hay un mundo para todo nacer, y el no nacer no tiene nada de personal, es meramente no haber mundo. Nacer y no hallarlo es imposible; no se ha visto a ningún yo que naciendo se encontrara sin mundo, por lo que creo que la Realidad que hay la traemos nosotros y no quedaría nada de ella si efectivamente muriéramos, como temen algunos"), de modo que su obra y su vida se unen en un laberinto metafísico que es permanente servicio al alma.

Así, pudo apuntar:
"Todo se ha escrito, todo se ha dicho, todo se ha hecho, oyó Dios que le decían y aun no había creado el mundo, todavía no había nada. También eso ya me lo han dicho, repuso quizás desde la vieja henchida Nada. Y comenzó. Es indudable que las cosas no comienzan cuando se las inventa. O el mundo fue inventado antiguo"

Puedes consultar algunos textos escogidos


Saludos
Enrique

sábado, 29 de julio de 2006

Despedida y bienvenida


"Que muera el vivo para que viva el muerto" es un adagio alquímico similar a aquél otro: "sin corrupción no hay generación". En este tenor anuncio la muerte física del Centro Enrique Eskenazi, en calle Princesa 15, Principal (Barcelona) y a la vez su definitivo ingreso en la dimensión "virtual": este Centro Virtual radicado en el ciberespacio, seguirá publicando artículos, transmitiendo noticias y siendo un punto de difusión sobre eventuales cursos y seminarios, así como un medio para recabar información sobre temas y actividades afines, como para para localizarme y poneros en contacto conmigo. De modo que si cambiás vuestra dirección de correos, por favor notificadla al Centro para no perder el contacto.

La dirección de la página, que ya muchos conocéis, es:

http://homepage.mac.com/eeskenazi/Menu11.html/


y la dirección electrónica de mail es:
centroeeskenazi@telefonica.net


Durante los cinco años de existencia "física" del Centro se han llevado a cabo actividades siempre al servicio de la dimensión imaginal y de la toma de partido por el alma, en la visión y en la conducta: desde los cursos regulares de Simbolismo del Tarot y Astrología, hasta propuestas más arriesgadas como La Magia del Renacimiento y el Renacimiento de la Magia, El Alma en la Filosofía Antigua, Hermes & Psique: el discurso del alma en la psicología profunda, Fuego en la Piedra: la alquimia del deseo, El Arbol de la Vida y el discurso cabalístico, etc., así como seminarios e intensivos tales como "Paracelso y la sal alquímica", "Plutón: una re-visión del infierno", "Saturno y el don de la melancolía", "Sofía: la Sabiduría en el ámbito judeocristiano", "Marsilio Ficino y el pensamiento del alma", "Giordano Bruno y la imaginación creadora", "Alquimia: psicología e imaginación", "Un curso de neoplatonismo", y tantos más.

Esta orientación persiste, y continuaremos profundizando en las dinámicas anímicas y la revelación de la cosmología (el lenguaje del mundo) tal como lo apuntaba ya el pensamiento de Corbin, Hillman, Durand, Weil y otros pensadores que han formado el tronco de la actividad del Centro, cuya raíz ha sido y continúa siendo la tradición hermética y neoplatónica.

Aprovecho para agradecer a quienes colaboraron con el Centro aportando su conocimiento y su pasión por la sabiduría: Mario Satz, Andrea Vitali, Darcy Woodall, Mervin K. LeRoy, Michael Hurst, James Hillman, Silvia Tarragó, Luis Gisbert, Alba Juanola, José Vila, Jaume Tribó, Joan Vila Miró, Esteve Valls y a todos los que generosamente ofrecieron su conocimiento y su amor por difundirlo.

También agradezco a todos los alumnos del Centro, demasiados para nombrarlos, que hicieron posible este proyecto y que lo sostuvieron en los momentos difíciles y compartieron su entusiasmo en los momentos de asombro y de alegría.

Esta es una despedida pero también una bienvenida. Seguimos en contacto y, otra vez, muchas gracias

Enrique

lunes, 24 de julio de 2006

Los 7 capítulos de Hermes Trismegisto

Con la publicación de Los 7 capítulos de Hermes Trismegisto (conocido también como Tratado Aureo), se cierra una etapa del Centro Enrique Eskenazi.
A partir de ahora, se transforma en un Centro VIRTUAL (sin domicilio físico). Se continuarán publicando artículos, al igual que se anunciarán las eventuales conferencias y cursos.
Para cualquier información, poner un mail a:
centroeeskenazi@telefonica.net
o dejar un mensaje en el
tel: 93 3104221

Enrique

domingo, 4 de junio de 2006

El fin de la cultura helénica


En el Asclepius, texto del Corpus Hermeticum escrito en los primeros siglos de nuestra era, ya se vaticinaba:

"Un tiempo vendrá en que se vea que los Egipcios han honrado en vano a los dioses con espíritu piadoso y religión perseverante: la pureza de la veneración se verá frustrada y su provecho inútil. Los dioses dejarán la Tierra y volverán al Cielo, abandonarán Egipto, patria que fue domicilio de venerables liturgias, y vendrá a ser una Viuda, privada de la presencia de los númenes. Extrañas gentes habrán de invadir esta región y patria, y serán los que, a más de despreciar la religión, de forma más insufrible aún habrán de estatuir, con pretendidas leyes y castigos de penas específicas, que la gente se aparte de la religión, de la piedad y del culto divino. Entonces esta santísima tierra, patria de santuarios y templos, se verá sembrada de tumbas y cadáveres. ¡Ay Egipto, Egipto, de tus cultos nada quedará sino leyendas fabulosas que ni tus propios hijos creerán, y solas sobrevivirán, grabadas en la piedra, las palabras que narran tus gestas piadosas, y el Escita o el Hindú vendrá a habitar Egipto, o algún otro extranjero de tus alrededores!"

Efectivamente, en el siglo V, con la destrucción de la Biblioteca de Alejandría y la persecución por parte de los cristianos de los sabios, filósofos y alquimistas paganos, se cumplió la profecía.

El químico e historiador de la química y la alquimia, Marcelin Berthelot, en su "Los Orígenes de la Alquimia", de 1885, escribió:
"Escenas espantosas señalaron en Egipto el fin de la civilización helénica y el triunfo del cristianismo. Se puede leer, en las publicaciones de Révillot la biografía de esos monjes profetas, tales como Senuti sublevando por todas partes a los pobres contra los ricos, maltratando a los magistrados enviados para restablecer el orden, destruyendo los diques del Nilo con el fin de anegar las tierras de sus enemigos, masacrando y quemando a los sacerdotes, a los filósofos, a los principales ciudadanos de las villas, en medio de las ruinas de sus casas y de sus templos incendiados. "Tú has roto los dientes de los pecadores... el Señor os ha destruido porque le habéis irritado", exclama el fanático después de su triunfo. He aquí como acabó la cultura griega de Panópolis, uno de sus mejores y más importantes centros. El principal baluarte de los helenos, el poeta Nonnus según Revillou, fue quemado vivo con sus riquezas. Tras el pillaje, los cristianos ocuparon las casas de los que habían caído"

Puedes leer el artículo de Berthelot picando aquí

He publicado ese artículo como parte de la historia de la alquimia, pero también para recordar la siempre presente amenaza de los profetas de la acción y su visceral repudio de los libros, del pensamiento y de la pluralidad de opiniones.

Un saludo
Enrique

lunes, 22 de mayo de 2006

El fuego filosófico


Con ocasión del próximo curso "Fuego en la Piedra" acabo de incluir entre los artículos del Centro, la "Epístola sobre el Fuego Filosófico" de Jean Pontanus, obra alquímica en la cual se afirma que "dicho fuego no quema la materia, nada separa de ella, no divide ni aparta las partes puras de las impuras, tal como dicen todos los Filósofos, pero convierte todo el objeto en pureza... dicho fuego es compendio y resumen de toda la Obra...porque con este pequeño fuego se realiza toda la Obra y juntas son hechas todas las requeridas y debidas sublimaciones...; este fuego sólo se puede descubrir por la única y profunda meditación del pensamiento, después será posible comprenderlo en los libros, y no de otra manera. Por lo tanto, el error en este Arte es no encontrar este fuego, que convierte la materia en la Piedra de los Filósofos."

El fuego alquímico es afín a la naturaleza del deseo, la ambición, el poder, la frustración, la vanidad, el rencor, la envidia... pero también el amor, el entusiasmo, la visión y la imaginación. El tan manido mundo del fuego, pocas veces fue tomado tan "en serio" (o sea ni literal ni personalmente) como en la alquimia. Es nuestra falta de atención al fuego alquímico que se manifiesta sintomáticamente" como furores, ardores, inflamaciones, enfados, despecho, cólera, siempre codicia. Y la guerra como una gran calcinación.

Un saludo
Enrique

jueves, 11 de mayo de 2006

Alquimia, psicología e imaginación


El próximo sábado 20 de mayo, de 16 a 20 horas, tendrá lugar el Seminario: Alquimia, psicología e imaginación


Entre otras cosas estudiaremos la "calcinación" (la primera operación alquímica según Ripley y otros alquimistas), que remite a la vorágine del fuego, del azufre, de los hornos y de Vulcano. Y también a las cenizas, las heces, los sedimentos, la negrura. Un discurso "inflamado" acerca del deseo, lor recuerdos que "queman", la frustración, la concupiscencia, la furia, la belleza, la intuición y la imaginación creativa.

El fuego alquímico, el fuego en la piedra (el pedernal), la piedra ígnea, son algunas de las imágenes con las que se alude a aquellos "ojos de fuego" de los que hablaba Corbin. Bien decía Paracelso al afirmar: " todo cuanto el fuego enseña no puede ser probado ni comprendido sin el fuego". (Opus Paramirum Libro I, cap. 1)

Un saludo
Enrique

miércoles, 10 de mayo de 2006

James Hillman dice...


Mi práctica me dice que ya no puedo distinguir claramente entre neurosis de uno mismo y neurosis del mundo, psicopatología de uno y psicopatología del mundo. Además, me dice que ubicar la neurosis y la psicopatología solamente en la realidad personal es una represión engañosa de lo que de hecho, realistamente, se está experimentando.

El psicoanálisis tiene que salir de la consulta y analizar todo tipo de cosas. Tienes que ver que los edificios son anoréxicos, tienes que ver que el lenguaje es esquizofrénico, que la “normalidad” es maníaca y que la medicina y los negocios son paranoicos.

La palabra “normal” viene del griego “norma”, que era la escuadra del carpintero, ese herramienta en ángulos rectos para establecer la rectitud (straightness)

La expectativas que sólo son estadísticas ya no son humanas.

Las aptitudes pueden mostrar la vocación, pero no son el único indicador. La ineptitud o las disfunciones, curiosamente, pueden revelar la vocación más aún que los talentos.

Sugiero que hay muchos modos de mostrar la vocación.

La depresión abre la puerta a un tipo de belleza

La economía es esclavista. Nadie tiene tiempo libre, nadie dispone de ocio. La cultura íntegra está bajo una terrible presión y cargada de preocuaciones. Esta es la situación predominante en todo el mundo.

Goethe dijo que su amigo Eckermann había nacido para la amistad. Aristóteles hizo de la amistad una de las grandes virtudes. En el pasado la amistad era algo inmenso. Pero nos cuesta pensar en la amistad como una vocación, porque no es una profesión.

No creo que nada cambie si las ideas no cambian. El punto de vista norteamericano común consiste en creer que algo va mal con la persona.

No tengo nada en contra del aprendizaje académico. Pero ¿cómo llamar al conocimiento que arraiga en nuestra cultura¿ ¿Cómo llamar al conocimiento acerca del alma, acerca de la vida, la muerte, acerca de la iniciación, acerca de los valores?

Creo que somos desgraciados en parte porque tenemos un solo dios, y es la economía.

Si aún estás herido por algo que te ocurrió a los doce años, es el pensamiento lo que ahora te hiere.

En la cosmología que subyace a la psicología no hay razón para que nadie esté aquí o para hacer algo. Nos vemos impulsados por los resultados del Big Bang, hace billones de años, que eventualmente produjo la vida, que eventualmente produjo los seres humanos. Soy el resultado de un accidente y por lo tanto una víctima.

Es importante que te preguntes: ¿cómo soy útil a los demás? ¿qué quiere la gente de mí? Eso muy bien podría revelar para qué estás aquí.

En el mito de Platón uno viene al undo con un destino, aunque él emplea la palabra paradigma en lugar de destino. La teoría de la bellota dice que hay una imagen individual que pertenece a tu alma.

El úinico modo en que nosotros los lhumanos podemos dejar de ser tan humano-céntricos es permanecer vinculado a algo distinto de los humanos.

Tan sólo detente por un minuto y te darás cuenta de que eres feliz sólo siendo. Creo que es la búsqueda lo que estropea la felicidad. Si abandonamos la búsqueda, está aquí mismo.

Duelo significa perder lo que fue. Queremos cambiar pero no queremos perder. Sin tiempo para el duelo, no tenemos tiempo para el alma.

Las circunstancias, inlcuidos mi cuerpo y mis padres, a quienes puedo maldecir, son la elección de mi propia alma y no entiendo esto porque he olvidado.

El concepto de que hay otras fuerzas en acción ofrece un modo más reverencial de vivir.

Lo que nos ocurre, más allá de naturaleza y de cultura, más allá de nuestro condicionamiento genético o social, puede ser la llamada del daimon, el compañero del alma, convocándonos a nuestro propio carácter y nuestro propio destino.

No hay mito que aferre más fuertemente a nuestra cultura que aquél de que uno es el resultado del condicionamiento de sus padres -uno es el resultado de sus cuerpos. Permea tanto nuestro pensamiento que olvidamos que nuestra vocación puede tener una fuente completamente diferente.

Tratamos a la gente del mismo modo que tratamos a nuestros coches. Llevamos el pobre chico al médico y preguntamos: ¿qué anda mal con él, cuanto costará y cuando podemos pasar a recogerlo?

Forjamos vidas libres de riesgo, en las que no ocurre nada.

Tenemos que recosiderar nuestra vida, prestando atención a algunos de los accidentes y curiosidades y rarezas y problemas y enfermedades, y comenzar a ver más en estas cosas. Eso plantea preguntas, de modo que cundo ocurren pequeños accidentes peculiares uno se pregunta si hay algo más operando en su vida.

Tnemos que trabajar en el mundo para que no sea tan opresivo.

A veces hablamos de destino o fatalidad. Yo uso la palabra griega daimon. Otras culturas tienen diversas palabras para esos espíritus que parecen guiarnos, términos como los invisibles.

¿Dónde encaja la depresión, la lentitud? ¿Cómo puede entrar Saturno, sino forzando su ingreso?

Sí, hay genética. Sí, hay cromosomas. Sí, hay biología. Sí, hay entorno, sociología, familia, economía, clase social. Pero hay algo más, también.

Uno no sabe en lo que se meterá cuando uno persigue su felicidad.

Cuando vas a crear un castillo, la psique sólo puede entrar como un invasor.

En mi intimidad, temo al inconsciente cristiano porque, a diferencia del budismo o incluso el judaísmo, el cristianismo vive mitos deliberadamente, insistiendo en que no son mitos, y esto tiene terribles consecuencias paranoicas.

El alma ingresa sólo via síntomas, via fenómenos marginados como la imaginación de los artistas o la alquimia o los “primitivos” y, por supuesto, disfrazada como psicopatología. Eso es lo que quería decir Jung cuando afirmó que los Dioses se han vuelto enfermedades: el único camino de regreso para ellos, en un mundo cristiano, es vía lo marginado.

La historia es un modo de hacer una gestalt: las referencias históricas, las figuras del pasado, liberan al acontecimiento que está en primer plano de quedarse atrapado en lo que sólo dice que es.

En tiempos de Freud nos sentíamos oprimidos en la familia, en situaciones sexuales, en nuestro locos síntomas histéricos de conversión, y donde nos sentíamos oprimidos, allí estaba lo reprimido. ¿Dónde sentimos hoy esa espesa clase de opresión? En instituciones -hospitales, universidades, empresas; en los edificios públicos, llenando formularios, en el tráfico...

La conducta psicopática es una conducta fundamentalista: toma las fantasías literalmente y también confunde lo literal y lo concreto. Esto es exactamente lo que apoyan las iglesias fundamentalistas; si tu brazo te ofende, córtatelo. Su tu nariz te ofende, enderézala.

El mundo entero está enfermo... y no se puede arreglar teniendo un buen diálogo terapéutico o hallando significados más profundos. Ya no se trata del significado, se trata de sobrevivir.

¿Adviertes la completa armonía entre dictadura centralizadora, fascismo, dureza política y el auto-centramiento del punto de vista espiritual?

Un terrorista es el producto de nuestra educación que dice que la fantasía no es real, que dice que la estética es sólo para los artistas, que dice que el alma es sólo para los sacerdotes, la imaginación es trivial o peligrosa y sólo para locos, y que la realidad a la que debemos adaptarnos es el mundo externo, un mundo que está muerto. Un terrorista es el resultado de todo este largo proceso de descartar la psique.

No podemos cambiar nada hasta que tengamos ideas frescas, hasta que comencemos a ver las cosas diferentemente. Mi objetivo es crear una terapia de las ideas, tratar de aportar nuevas ideas, de modo que podamos ver de modo diferente los mismos viejos problemas.

Hay un amor secreto escondido en cada problema.

Aunque sea difícil de creer, las hipocondrías nos cuidan, las depresiones nos hacen aminorar la marcha, las obsesiones son modos de limpiar la imagen, las sospechas paranoicas son modos de intentar ver a través -todos estos movimientos de lo patológico son modos en que somos amados, con ese peculiar modo en que opera la psique.

Cuando Freud dice “Donde estuvo el Ello, deberá haber Yo” - es también una afirmación extraordinariamente codiciosa. Quiere sacar hasta la última piedra de la cantera. ¿Pero, y qué hay de la cantera?

La psique es material altamente inflamable. De modo que siempre estamos envolviendo las cosas en amianto, manteniendo nuestras imágenes y fantasías al alcance de la mano porque están tan llenas de amor.

Nuestra vida es psicológica, y el sentido de la vida es hacer psique de ella, encontrar conexiones entre vida y alma.

Para la conciencia mítica, las personas de la imaginación son reales.

Cuando se rompe la visión predominante que sostiene a un periodo de la cultura, la conciencia regresa a contenedores más antiguos, buscando fuentes para sobrevivir que también ofrezcan fuentes para revivir.

Mediante las personificaciones mi sentido de persona deviene más vivo, pues llevo conmigo en todo momento la protección de mis daimones: las imágenes de los muertos que me importaban, de las figuras ancestrales mi bagaje, personajes históricos o culturales de renombre y gente de fábulas que proveen imágenes ejemplares - un caudal de guardianes. Guardan mi destino, lo guían, probablemente lo son. “Acaso -quién sabe-” escribe Jung, “estas imágenes eternas son lo que los hombres llaman destino”. Necesitamos esta ayuda, pues ¿quién puede llevar su destino solo?

La vasija de cocina del alma lo recoge todo, todo puede devenir alma; y tomando en su imaginación cualquiera y todos los acontecimientos, crece el espacio de la psique.

Bien puede haber más psicopatología hoy en el trascender que en el sumergirse en el patologizar.

Los síntomas, y no los terapeutas, han llevado este siglo al alma.

El sanador es la enfermedad y la enfermedad es el sanador.

Cuando se nos dice qué es saludable se nos está diciendo qué está bien pensar y sentir. Cuando se nos dice qué es mentalmente enfermo se nos está diciendo qué ideas, conductas y fantasías están mal.

Consideremos el patologizar como un modo de lenguaje.

Si el principio fundamental de la vida psicológica es la diferenciación, entonces ninguna perspectiva aislada puede abarcar la vida psicológica, y las normas son los engaños que las partes prescriben unas a otras.

El patologizar fuerza al alma hacia una consciencia de sí misma como diferente de el ego y su vida -una consciencia que obedece a sus propias leyes de actuación metafórica en íntima relación con la muerte.

Los alquimistas hablaban de la paciencia como la primera cualidad del alma y consideraban el hacer-alma como el viaje más largo, una “via longissima”. El lenguaje es digestión, un amor vegetal, depresión en aguas quietas.

El literalismo impide el psicologizar haciendo de ello psicología.

Así como las verdades son las ficciones de lo racional, las ficciones son las verdades de lo imaginal.

La conciencia psicológica surge de los errores, las coincidencias, la indefinición, del caos, más profundo que el control inteligente.

En estos días el horizonte de la psique se reduce a lo personal, y la nueva psicología del humanismo nutre a ese hombrecillo pagado de sí mismo al borde del gran mar, volviéndose sobre sí mismo para preguntarse cómo se siente hoy, llenando su cuestionario, contando su inventario personal. Ha abandonado el Intelecto y ha interpretado su imaginación a fin de ponerse de acuerdo con sus “experiencias viscerales” y “problemas emocionales”; ha igualado su alma a éstos. Su fantasía de redención se ha encogido a “modos de hacerse cargo”; su porfiada patología, esa via regia a las profundidades del alma es conjurada en gritos Janovianos como el cerdo ante las margaritas, analizada en una cerrada Gestalt de intimidad personal, o arrojada a un abismo de regresiones durante la escalada de picos Maslovianos.

La psique cambia; pero ¿lo hace la psicología?

Ahora se nos llama defensivos o resistentes al proceso terapéutico, cuando en otro tiempo podríamos haber sido acusados por cerrarnos en contra la gracia de Dios o alejarnos de Su voluntad.

Si nuestra civilización sufre de hybris (desmesura), de inflación del ego y de superbia, la psicología ha contribuido lo suyo. Ha estado buscando el alma en el espejo del ego, sin ver jamás la psique, viendo siempre al hombre. Y este hombre ha sido el hombre Reformista monoteísta, enemigo de las imágenes.

El reflejo en el espejo del alma deja ver la locura del propio impulso espiritual y la importancia de esta locura.

El espíritu vuelto hacia la psique, en lugar de abandonarla por los sitios elevados y el amor divino, encuentra ulteriores posibilidades de ver a través de las opacidades y ofuscaciones del valle. La luz del sol penetra en el valle. La Palabra participa en la charla y el cotilleo.

Cura los síntomas y pierde al Dios. Si Jacob no hubiera luchado con el Daimon seguramente no hubiera resultado herido, ni tampoco habría sido Jacob.

La economía es nuestra teología contemporánea, no importa cómo pasemos los Domingos.

Ahora llamamos a la destrucción de viejas ideas, amablemente, un “cambio de paradigma”. “Teoría de la catástrofe” sería más adecuado. La vitalidad de una cultura depende menos de sus esperanzas y de su historia que de su capacidad de abrigar voluntariamente la fuerza divina y daimónica de las ideas.

Dos consecuencias enfermizamente peligrosas resultan de elevar la eficiencia al nivel de un principio independiente. En primer lugar, favorece el pensamiento a corto plazo -no mirar adelante, más allá de la línea; y produce un sentimiento de insensibilidad -no mirar a los valores vitales que se viven tan eficientemente. En segundo lugar, los medios devienen fines, esto es, hacer algo deviene la plena justificación de hacerlo sin tomar en cuenta lo que se hace.

La ineficiencia deviene un modo favorito de rebelión contra la tiranía de la eficiencia: alentamiento del ritmo, trabajo a reglamento, ausentismo, repuestas demoradas, documentos extraviados, llamadas telefónicas no contestadas.

Quien justifique las decisiones refiriéndose a la letra pequeña tiene algo que aprender de Treblinka.

Que un candidato al gobierno haga campaña en nombre de la eficiencia sugiere la infiltración de ideas fascistas. Mussolini logro que los trenes fueran puntuales - pero ¿a qué precio?

Hoy necesitamos héroes del descenso, no maestros de la negación; mentores de la madurez que pueden acoger la tristeza, que den amor al que envejece, que muestren alma sin ironía ni vergüenza.

En lugar de aventurarnos hacia adelante para explorar e investigar territorio desconocido, el control lucha contra una acción a retaguardia, llevando inventario de lo que ya ha ocurrido. Le gustan los informes completos. El control, pese a toda su posición auto-asegurada de mando, se funda en una visión defensiva, y los rasgos enumerados -lealtad forzada, exactitud, sospechas contra lo oculto, vigilancia- son rasgos paranoides.

En cualquier sistema, sea una corporación, una familia o los convenios internos de la psique humana, un “no” vigoroso puede servir al bien del todo y aumentar su poder aún más que un complaciente “sí”.

Aparte de las armas policiales, podríamos buscar métodos de enseñanza que cautiven la atención y evoquen la concentración -imágenes, dramas, rituales, ritmos- transfiriendo de ese modo de nuevo el poder de las armas a la mente del niño.

El absolutismo no es un gobernante cruel, sino un gobierno cruel -y esto no lo recordamos con facilidad, pues nuestras mentes se fijan en las figuras de zares y de amos del crimen. Estas imágenes sirven para mantener el peligro de la tiranía proyectado en Stalin, Genghis Khan y Al Capone, evitándonos ver el absolutismo que pretende gobernar a la psique disfrazado de fundamentalismo en la religión, letra pequeña en los negocios y progreso en la ciencia.

“Bueno, ¿qué puedo hacer respecto al mundo? Esto es más grande que yo”. Ese es el arquetipo del niño hablando. “Todo lo que puedo hacer es meterme en mí mismo, trabajar en mi crecimiento, mi desarrollo, encontrar buena crianza, grupos de apoyo”. Esto es un desastre para nuestro mundo político, para nuestra democracia. La democracia depende de ciudadanos intensamente activos, no de niños.

El ideal del crecimiento nos hace sentir estancados; la familia ideal nos hace sentir raros.

Puedes ir al nirvana, pero los Dioses descubren adónde vas.

¿Hay una realidad que no este conformada o formada? No. La realidad siempre viene a través de un par de gafas, un punto de vista, un lenguaje -una fantasía.

No aceptaré estas simples oposiciones -o bien sujeto individual que se controla o bien una turba insensata. Este tipo de fantasía nos mantienen temerosos de la comunidad. Nos encierra solos adentro de nuestros yos separados añorando una conexión. En efecto, la idea de la posibilidad de entregarse a la turba fascista es el resultado del yo separado. Es el viejo ego Apolíneo, distante y claro, aterrorizado por el flujo Dionisíaco.

A veces el genio parece mostrarse sólo en síntomas y desarreglos, como una especie de remedio preventivo, evitándote seguir una ruta falsa.

Picasso dijo, “No me desarrollo: soy”. Y lo sorprendente en terapia no es como adquirí esta modo de ser, sino qué quiere de mí mi ángel.

La mediocridad no es respuesta para la violencia. En efecto, probablemente provoca violencia. Al menos el mediocre y el violento aparecen juntos como en las antiguas películas de cowboys - la banda de rufianes marginales disparando en la calle mayor y le blanca iglesita con los maestrillas blancas retorciéndose las manos. Ante la fria violencia se necesita ritmo, humor, templanza; se necesita danza y retórica. No comprensión terapéutica.

Si la terapia se imagina que su tarea es ayudar a la gente a soportar (y no protestar), a adaptarse (y no rebelarse), a normalizar su rareza y aceptarse a sí mismo “y trabajar dentro de su situación; hacer que funcione para uno” (en lugar de rechazar lo inaceptable), entonces la terapia está colaborando con lo que quiere el estado: gentes dóciles. Soportar es sencillamente lo mismo que la complicidad.

Cuando la terapia decide curar la patología, en lugar de ver que la patología es parte de la raja o de la ventana rota por la cual algo está tratando de entrar, entonces me parece que está creando más patología y manteniendo a los Dioses cada vez más lejos. Y entonces éstos irrumpen en toda la jodida sociedad.

Si queremos recuperar lo imaginal, primero debemos recuperar su órgano, el corazón, y su tipo de filosofía.

El corazón en la bestia no es sólo tu corazón; es un sol microcósmico, un cosmos de todas las experiencias posibles que nadie puede poseer.

La transfiguración de la materia ocurre mediante la extrañeza.

El desierto no está en Egipto; está dondequiera que desertemos del corazón.

El mundo, a causa de su quiebra, está ingresando en un nuevo momento de conciencia: al llamar la atención sobre sí mismo mediante sus síntomas, está volviéndose conciente de sí mismo como realidad psíquica.

Imaginemos el “anima mundi” ni encima del mundo rodeándolo como una divina y remota emanación del espíritu, un mundo de poderes, arquetipos y principios trascendentes a las cosas, ni dentro del mundo material como un principio vital panpsíquico unificador. Más bien imaginemos el anima mundi como esa particular chispa del alma, esa imagen seminal, que se ofrece a través de cada cosa en su forma visible.

Un psicoanalista sentado todo el día en su silla es más conciente de los menores signos de excitación a la base de su sexualidad de que de la masiva incomodidad provocada por la silla en esa misma base: su respaldo mal construido, su tela que retiene el calor, su tapicería resistente y su cola de formaldehido. Su sentido animal ha sido entrenado para notar sólo un conjunto de percepciones, con exclusión de la realidad psíquica de la silla. Un gato es más listo.

Al aceptar la idea de que soy el efecto de una combinación sutil entre fuerzas hereditarias y sociales, me reduzco a un resultado. Mientras más dé cuenta de mi vida por lo que ya ha ocurrido en mis cromosomas, por lo que mis padres hicieron o no hicieron, y por mis primeros años, que pasaron hace tanto, mi biografía deviene más y más la historia de una víctima.

Cada persona llega al mundo llamada.

Después de todo hay algo muy hermoso en esto de vivir. Aunque uno no lo creería así, leyendo libros de psicología.

El descuido de la belleza descuida a la Diosa, que entonces tiene que entrar por la puerta trasera en las oficinas como acoso sexual, y en los laboratorios como experimentos de “investigación” con el sexo y el género, y en los cuartos de consulta como intentos de seducción.

La psicología no tiene manual de auto-ayuda para su propia aflicción.

Mientras la civilización decrece en sus propios basureros, no importa si eres femenino o masculino o algún compuesto de ellos. Todos nos disolvemos juntos.

Plantar un pie firmemente sobre la tierra- este el logro último, y un estado mucho más evolucionado de crecimiento que cualquier cosa comenzada en tu cabeza.

Cuando tu hijo deviene la razón para tu vida, has abandonado la razón invisible por la que estás aquí.

¿Adónde se vuelve el alma que no tiene un terapeuta que consultar? Lleva su problema a los árboles, a las bancos de los ríos, al compañero animal, o a un paseo sin meta por las calles de la ciudad, a una contemplación del cielo nocturno. Tan sólo mira por la ventana o hierve agua para una taza de té. Respiramos, expandimos y dejamos ir, y algo regresa desde cualquier sitio. El daimon en el corazón parece muy a gusto, prefiriendo la melancolía a la desesperación. Está en contacto.

Debiera temerse a cualquiera que crezca en un mundo que adora el éxito, pues esta es una era de psicopatía.

La psicología académica, en su deseo de ser tan científica como la física, ha escogido unilateralmente el “exterior”, de modo que el alma ya no halla un lugar en el único campo dedicado por su mismo nombre a su estudio. De aquí que la psicología profunda se haya mantenido más o menos fuera de las academias de la psicología oficial... la psicología profunda es la piedra rechazada por los constructores de la academia.

El alma puede volverse nuevamente una realidad sólo cuando cada uno de nosotros tenga el coraje de tomarla como la primera realidad en nuestras propias vidas, de tomar partido por ella y no tan sólo de “creer” en ella.

Son los inmaduros los que se preocupan por la búsqueda de madurez. Y ¿no es típico de la adolescencia ver el crecimiento y la creatividad en imágenes proteicas de “llegar a ser”?

Amar en seguridad es la parte más pequeña del amor.

Adler murió en la calle. Qué poderosa bendición!

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Acabo de incluir la "Teoría de los complejos" de C. G. Jung (tomada de su "Los Complejos y el Inconsciente") en la página web del Centro

Enrique